El expresidente estadounidense Donald Trump defendió su conducta durante la invasión de la sede del Congreso de Estados Unidos en una entrevista incendiaria publicada el jueves y afirmó que no se arrepentía de haber convocado a sus partidarios republicanos que participaron en los disturbios en Washington.
Trump (2017-2021) le dijo al diario The Washington Post que habría acompañado a sus seguidores ultraleales mientras marchaban hacia el Capitolio, la sede legislativa estadounidense, pero fue detenido antes de llegar por su equipo de seguridad.
«El Servicio Secreto me dijo que no podía ir. Habría ido allí en un minuto», afirmó Trump, y agregó que era la multitud más grande con la que había hablado.
Miles de partidarios del magnate republicano superaron los controles policiales e irrumpieron en el Capitolio el año pasado en un esfuerzo por detener la certificación legislativa de su sucesor y la transferencia pacífica del poder después de que el demócrata Joe Biden obtuviera una victoria decisiva en 2020. En los disturbios murieron cinco personas, incluido un policía.
Pero Trump no se arrepintió por azuzar a la multitud con afirmaciones sin mostrar pruebas de que le robaron la victoria mediante un fraude generalizado, aunque de todas formas fue claro en su condena de la violencia que siguió a la manifestación de los leales republicanos.
Trump se jactó repetidamente del tamaño «tremendo» de la multitud en su manifestación antes de los disturbios y pasó por alto su retórica explosiva que la encendió.
«No sé qué significa eso, pero ves muy pocas imágenes. No quieren mostrar imágenes, las ‘fake news’ (noticias falsas, como Trump denominaba a los medios críticos, ndlr) no quieren mostrar imágenes», aseguró.
El expresidente defendió su largo silencio durante los incidentes, desviando la culpa a la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, a pesar de que ella no es responsable de la vigilancia en el Capitolio y ella misma fue un objetivo de la turba.
Lo acontecido ese 6 de enero es objeto de una profunda investigación de un comité especial del Congreso y también de la justicia.
Más de 750 personas fueron detenidas en esta histórica investigación, entre ellas algunos líderes de grupos de extrema derecha. Para evitar un juicio, más de 200 acusados se han declarado culpables, de los cuales unos 70 ya fueron sentenciados en tribunales federales. La condena más severa fue de cinco años de prisión.