A tres años de la desaparición de Arshak Karhanyan, su familia, sus compañeros de la Universidad Tecnológica Nacional y la Asociación Cultural Armenia se juntaron ayer en la esquina de Paysandú y Rivadavia, el lugar donde fue visto por última vez el joven armenio que trabajaba en la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. También estuvieron la legisladora porteña Victoria Montenegro y los abogados de la familia, quienes expresaron que la causa judicial que investiga el hecho no ha tenido avance alguno, por el contrario los magistrados que tuvieron en sus manos el expediente se niegan a aceptar el pedido de cambio de calificación a desaparición forzada. «Señor juez, usted tiene la causa y tiene que buscar a Arshak, yo quiero saber ahora qué pasó con mi hijo, basta de esperar. Pasaron tres años y yo soy grande, necesito saber«, dijo la madre, Vardush Davtyan, rodeada de cronistas, en la vereda todavía mojada por la lluvia de esa parte del barrio de Caballito.
«Tienen que cambiar a desaparición forzada, pero no hicieron nada, todo está como los primeros días. Es un juez caprichoso, tiene que explicar por qué no quiere hacer nada y por qué no lo quiere tomar como un desaparecido. Arshak era un empleado de la Ciudad y no lo cuidaron», agregó la mamá del policía desaparecido el 24 de febrero de 2019. Vardush cuenta que las esperanzas por momentos se van, y luego vuelven. Ella sigue esperando hablar con el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta. «Lo dijo en campaña pero no cumplió. Yo quiero tomar café con Larreta, hace tres años grito que quiero hablarle, tanto trabajo tiene que no me escucha, que no mira los medios, quiero que me diga por qué la causa no avanza, porque esto sucedió acá en la Ciudad», dice a Página/12. «La Policía de la Ciudad no está activa, tuvieron muchas equivocaciones, se movieron con lentitud, sola puse carteles por todos lados y cuando llegó Victoria (Montenegro) me fui sintiendo mejor», resume.
Luego de mucho tiempo, el miércoles a la noche Vardush volvió a cocinar kebab, ghapama y otros platos típicos armenios para sus invitados el presidente Alberto Fernández, Victoria Montenegro y el diputado Leandro Santoro, quienes la vienen acompañando en la tragedia de que su hijo se haya sumado a los más de 200 desaparecidos en democracia. «Anoche el Presidente estuvo en casa, él quisiera hacer algo pero no puede, no vino a hacer política sino a compartir mi dolor, me sentí menos sola por primera vez en tres años», dice a este diario.
Desaparecer en democracia
Arshak Karhanyan tenía 28 años. Fue visto por última vez el 24 de febrero de 2019 luego del mediodía en un comercio donde compró una pala de punta, mientras estaba de franco.Al día siguiente su hermano Tigran fue hasta su casa, pero no estaba. Esperó dos días e hizo la denuncia en la comisaría donde trabajaba Arshak y le dijeron que esperara hasta la madrugada del miércoles, el día en que regresaría a servicio después de su franco; pero nunca volvió a su trabajo. Este joven de origen armenio vivía solo en un departamento alquilado en Caballito, estudiaba ingeniería informática en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y era miembro de la Policía de la Ciudad.
Una escucha judicial confirmó las irregularidades en los peritajes realizados durante la investigación del caso: dos policías del área de Cibercrimen de la Policía de la Ciudad (oficiales Flores y Méndez) hablan de un informe paralelo, diferente del que presentaron a sus superiores. El contenido del teléfono celular del policía desaparecido fue borrado durante su peritaje cuando, supuestamente “por error”, le colocaron el chip de otro teléfono. A pesar de los pedidos de la familia y las denuncias de irregularidades, el juez Alberto Baños rechazó que la secretaría de Derechos Humanos de la Nación sea querellante.
Esto ocurrió poco después del fallo de septiembre pasado cuando la Cámara Nacional de Casación Penal rechazó el pedido de la familia y de la Secretaría de Derechos Humanos para modificar la calificación del hecho a desaparición forzada de persona. El tribunal sostuvo que «no se ha arribado a una hipótesis concreta acerca de qué es lo que ha sucedido». Tanto el fiscal de instrucción, Santiago Vismara, como la querella sospechan que la propia fuerza policial está involucrada en función del último contacto de un compañero de Arshak con él horas antes de que se le perdiera el rastro, de algunas de sus conversaciones, de la pérdida de información clave del teléfono celular del agente que se le dio para peritar a la Policía de la Ciudad, de la falta de imágenes de cámaras en lugares relevantes para la investigación y de presuntas irregularidades ante las órdenes de allanamiento de la fiscalía. Ante esta situación, el juez Baños volvió a poner la investigación en manos de la Policía de la Ciudad. Es ilegal que una fuerza se investigue a sí misma, pero para el magistrado claramente no son sospechosos los policías porteños.
Una foto con el mar de fondo, otra piloteando un helicóptero, y otra más muy borrosa que sería la última imagen tomada de una cámara de seguridad fueron ampliadas y pegadas en las paredes de esa esquina porteña. Cada uno de los participantes del acto, además, lleva su retrato en la mano con la pregunta ¿dónde está Arshak? Algunos peatones se paran a mirar. «¿Quién es?», quiere saber una joven que no llega a los 20. Un cronista le dice que es un desaparecido. «Ah, como López y Arruga», replica. Y apura el paso hacia la estación Puán del subte A.