El esquema del parche constante sigue dando sus frutos. El Indec confirmó un IPC más bajo de lo que habían dejado trascender los funcionarios en off the record. Es, incluso, el más bajo desde febrero pasado. Insólitamente quebró el 5% y en Economía se festejó como el golazo de Lionel Messi y Julián Alvarez a los croatas.
Pero es una inflación mentirosa y que dice muy poco del proceso inflacionario argentino. «Es un verso (sic) la desaceleración real de los precios. Esto es producto de la maraña de acuerdos transitorios que hizo pícaramente el ministro. Pero eso no es bajar la inflación. La inflación la bajas con política fiscal y monetaria, que no cambió en los últimos meses y que además están en duda para el 2023», explicaba un consultor que pidió el off the record.
Ya con nombre y apellido, el ex ministro de la primera etapa de Mauricio Macri en Hacienda, Alfonso Prat Gay, sumó un suspicaz comentario: que el índice de CABA quedó casi un punto arriba del del Indec Nacional. «La diferencia más grande desde que se pública este último (6 años). Implica más de dos desvíos estándar de diferencia», advirtió en redes sociales.
En el mercado no le apuntan -por ahora- precisamente a Marco Lavagna, el Director del Indec. Se conoce la integridad del funcionario. Pero sí se apunta a que el organismo estadístico mide los precios acordados (que cada vez son más) y no todo (nunca midió todo) y eso produce una caída tan rápida.
Algunos incluso creen que eso no es algo que no haya pasado antes. «Todos meten mano de alguna manera para que los datos den mejor. Algunos con estas técnicas de medir precios que fueron pisados así parece que hubiera menos inflación, a lo Néstor Kirchner. Massa quiere ser candidato a presidente en 2023 y va a hacer todo lo que sea para que los números le den bien», decía otro consultor, también en off por lo sensible del tema.
Claro que hay festejos en el oficialismo por el dato de inflación que sirve para vender la idea de que «lo peor ya pasó» y que lo que viene será mejor. Un actor nuevo en esto de vender las bondades del modelo massista es el ex Syngenta, Antonio Aracre.
El ahora ex CEO de la multinacional comenzó a hacer política abrazado a Martín Guzmán. Caído en desgracia el discípulo de Joseph Stiglitz, Aracre saltó (o quiere saltar) de la mano de Massa.
«Ahora sí con inflación a la baja comenzará a recuperarse el poder adquisitivo del salario Argentina más que nunca en Bull Market», publicó en Twitter luego de pegarle a Clarín y LN por su «mala onda» al no destacar las «good news» económicas. Muy parecido al manual del kirchnerismo.
A todo esto, el directorio del Banco Central volvió a mantener sin cambios la tasa de política monetaria. «La autoridad monetaria considera que mantener inalterada la tasa de referencia contribuirá a consolidar la estabilidad financiera y cambiaria y a reforzar la tendencia de gradual desaceleración de la inflación en el mediano plazo», apuntaron en un comunicado. El próximo paso sería que Miguel Pesce empiece a bajar las tasas el año que viene si la inflación se estaciona en niveles más bajos. Pero ni siquiera Massa, a pesar de las versiones, le pidió eso al banquero. «Hay que ir por pasos», dicen en Economía.
La sensación, igualmente, es que la situación económica sigue siendo muy desventajosa para el oficialismo, a pesar de la esta estabilización desde el décimo subsuelo. Y que sería una «tragedia» para Juntos por el Cambio perder esta oportunidad electoral.
Alejandro Catterberg, de Poliarquía, lo resumía muy bien: «Hay problemas estructurales en los que la Argentina está atrapada hace más de 10 años. El que venga necesita una espalda política muy fuerte. Hay una sociedad cansada, hace 20 años que no vemos niveles de cansancio social así. Hay que remontarse a octubre de 2001 previo al estallido del 2001-2002″, dijo el politólogo que aclara que la gente no confía en los políticos y que se están rompiendo los lazos de confianza que una vez existieron.
«La novedad además de la grieta en el último año se le sumó la fractura, un porcentaje cada vez más alto de la sociedad que dice que la política es todo lo mismo. No se cree en nada, esa fractura alimenta a Javier Milei. Ya casi hay un tercio de los argentinos así. La grieta más la fractura», explicó durante un webinar de Adcap Grupo Financiero.
Su escenario base para el momento electoral es que no habrá un país estallado. «Aterrizamos el avión, el gobierno logra evitar un desbarajuste grande y la sociedad se mantiene tranquila sin problemas en la calle severos. Pero siempre está el escenario donde algo se puede empezar a incendiar», afirma Catterberg.
El consultor no cree que Cristina no juegue a algo («una cosa es no ser candidata y otra correrse, no la veo»). «Creo que no se presenta porque ella va a una derrota segura. El año que viene se elige senador en Santa Cruz y PBA, podría ser por ahí. No creo mucho en estos renunciamiento, no creo a CFK yéndose de la política», se juega el director de Poliarquía.
¿Y Milei? Paradójicamente, advierte, su figura está sustentada en algo muy simple como que «entre peor está todo, más crece su imágne». Hoy la sociedad no se analiza como 2 polos sino como 3. La bronca y la desilusión de la gente son caldo de cultivo para el libertario. Si Massa endereza el barco y la calle no estalla, no solo acrecienta su potencial candidatura sino que le reduce las chances a Milei, el candidato del caos.