Aunque los privados estimaron que la inflación de noviembre había girado en torno al 6%, el dato del IPC del Indec sorprendió a todos al ubicarse en 4,9%. Pero este inesperado alivio parecería no repetirse en diciembre.
En este sentido, GMA Capital señala que el 4,9% de noviembre se trata del menor guarismo en 10 meses. «Como resultado, la cifra interanual marcó 92,4%, la más alta desde octubre de 1991, mientras que la variación acumulada en 2022 fue de 85,3%», dicen.
«Desde el Gobierno tienen motivos para festejar porque este año no cerrará probablemente con una inflación superior al 100%. Para tocar los 3 dígitos, en diciembre los precios deberían aumentar como mínimo 7,96%, algo improbable dada la dinámica actual. Sin embargo, esto solo forma parte del marketing político: los desequilibrios de una economía son los mismos, por más que el costo de vida se eleve 90%, 100% o 110% anual», agregaron.
- Entre las divisiones que mayor aumento registraron se encuentran vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+8,7%), comunicación (+6,4%) y bebidas alcohólicas y tabaco (6,3%). Por otro lado, la categoría que más pesa en el IPC, alimentos y bebidas no alcohólicas, fue la que menor incremento reportó, con el 3,5%.
«Parte de esto se debió a la mayor oferta de carne vacuna y caída de precios en los cortes, por un avance en la faena derivado de la sequía. Para tomar una referencia, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna, el precio de la carne trepó 56,6% interanual, casi 36 puntos menos que lo que dicta la inflación. Por lo tanto, si bien esto trajo beneficios en el cortísimo plazo, podría traer más de un dolor de cabeza de cara a los próximos meses», explicó la consultora.
Desde Econviews afirmaron que, en noviembre, la inflación estuvo anclada por el programa Precios Justos (alimentos) y los acuerdos con los proveedores textiles.
En cuanto al último mes del año, la consultora consideró: «No descartamos que en diciembre la inflación vuelva a ser moderada, quizás empezando con 5, pero el 6 también es probable dada la alta estacionalidad del mes. Es decir, por el momento cualquier escenario de espiralización inflacionario luce muy exagerado. Pero recordemos que el muro de vencimientos de deuda no ha sido saltado ni mucho menos y el peor error que puede hacer una empresa, o cualquier agente en la economía, es relajarse».
«De cara a los próximos meses, esperamos que la inflación vuelva a subir en diciembre y se ubique en torno al 5,8%. Con esto, cerrará el 2022 en 96%. En el verano los riesgos en términos de precios no desaparecerán. La falta de dólares hará que se limiten aún más las importaciones y la menor oferta generará mayor presión sobre los precios. Además, el próximo año creemos que el Banco Central tendrá un papel importante a la hora de financiar el déficit y esa emisión puede terminar en más brecha con su correlato sobre los precios. Por este motivo seguimos pensando que en el 2023 la inflación no va a bajar y terminará en 110%«, detalló.
Por su parte, el informe semanal de LCG arroja que en la segunda semana de diciembre la suba de precios de los alimentos promedió 1,34%, acelerando 0,22 puntos porcentuales respecto a la semana anterior.
El índice de alimentos y bebidas presentó una inflación mensual de 3,4% promedio en las últimas 4 semanas y 3,8% punta a punta en el mismo periodo.
«A esta suba se sumarían los incrementos en algunos regulados como electricidad (14,7% aproximadamente), gas (13%), colectivos y trenes (40%), prepagas (6,9%), colegios (14,5%), telefonía (9,8%) y combustibles (4%)», señaló.
«Tomando en cuenta estos incrementos y la influencia de comportamientos estacionales, proyectamos una nueva aceleración en diciembre. No obstante, descartamos que el año cierre con una inflación anual de tres dígitos, aunque será solo una cuestión de tiempo. El valor de diciembre deberá entenderse como un piso para el año que viene», agregó.
«En esta línea, si bien el dato es positivo hay que tomarlo con cautela. El programa de Precios Justos podrá haber tenido éxito, pero no vemos algo acotado en el tiempo. A su vez, coincidió con la caída en el precio de la carne (30% de la canasta de alimentos) por cuestiones propias del sector. Y hay que tener en cuenta que hay todavía precios relativos que deben corregirse y esto tornará más difícil encarar la desaceleración de precios», concluyó LCG.
«Un programa de congelamiento de precios por sí solo tendrá los ya conocidos efectos en Argentina: menos inflación a corto plazo, más inflación a largo plazo», dijeron desde Invecq.
«No obstante, de momento, el Gobierno muestra una cierta mayor prudencia en el plano monetario-fiscal (y no así aún en las paritarias, que corren a la par o encima de los precios). Por caso, todos los agregados monetarios corren por muy por detrás de la inflación (-20,3% a/a real el M1 en noviembre, -17,0% a/a real el M2 y -6,9% a/a real el M3). Incluso, la base monetaria ‘amplia’ (incluye los pasivos remunerados del BCRA) a noviembre también corría un 6,4% real por detrás de la inflación (+80% a/a vs 92,4% el IPC). Ciertamente esta dinámica podrá verse agravada por el dólar soja, donde estimamos en nuestro Escenario Base que implicará una expansión del 10% al 12% de la base monetaria de noviembre, posiblemente liquidez que sea esterilizada y se traduzca en un mayor costo cuasifiscal», detallaron.
En resumen, noviembre sorprendió con un muy buen dato de inflación, ayudado por los estacionales y por el congelamiento de precios pero que, no obstante, se sostuvo a pesar del incremento de precios regulados. «Un buen (o mal) dato no cambia el escenario: seguimos previendo una inflación del orden del 100% para el 2023. Será crucial que las medidas llevadas a cabo se complementen con la cierta prudencia monetaria-fiscal que viene mostrando el Gobierno en los últimos meses, producto de una macro que comenzaba a crujir», dijeron, a modo prospectivo, desde Invecq.