“Aquí se cometieron crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado». La consigna, flanqueada por aquella otra, legendaria ya, “Memoria, Verdad, Justicia” encabeza el cartel que, desde el jueves, recibe a quienes lleguen hasta el arco de ingreso de Colonia Papagallos, un predio que recibe a estudiantes primarios y secundarios de la provincia de Mendoza para actividades recreativas, pero que, durante la última dictadura cívico militar fue centro clandestino de detención.
La señalización “llegó para reparar una situación de silencio en el que quisieron dejar envuelto a este lugar”, sostuvo Eva Lerouc. Su mamá, Marta Saroff, es una de las personas que permaneció en cautiverio en Colonia Papagallos durante la represión genocida. Está desaparecida.
Lerouc participó junto a sobrevivientes de Papagallos, referentes de organismos de derechos humanos locales, el secretario Horacio Pietragalla Corti, la directora de Sitios y Espacios de Memoria, Lorena Battistiol, y autoridades provinciales. La señalización de sitios de memoria tiene como objetivo “continuar una política que surge a partir de la perseverancia de todos los organismos de derechos humanos, una política pública que abrazó Néstor Kirchner y Cristina, y que es un orgullo para nosotros poder realizar estas acciones de reparación integral sobre lo que sucedió en la dictadura”, sostuvo Pietragalla. En su paso por Mendoza, les funcionarios nacionales repusieron el cartel que indica que la Compañía de Comunicaciones de Montaña 8 funcionó como centro clandestino de detención desde 1975 y durante toda la dictadura.
Colonia Educativa Papagallos
A comienzos del siglo XX, el gobierno de Mendoza adquirió unas tres hectáreas en el Piedemonte, una zona a pocos kilómetros de la ciudad capital de la provincia que marca el comienzo de la precordillera de los Andes. El objetivo fue nada más y nada menos que proveer un lugar de descanso para la autoridad local. Y así siguió hasta fines de la década del 60, cuando los terrenos, en donde ya había una edificación emplazada, fue cedido a la Dirección General de Escuelas mendocina.
De descanso individual, el uso del predio pasó a ser colectivo: colonia de vacaciones para estudiantes de la provincia. Una función que sigue cumpliendo hoy y que fue interrumpida durante la última dictadura cívico militar, que lo destinó a encerrar y torturar a detenides desaparecides.
Tras la recuperación de la democracia, el predio volvió a ser utilizado como espacio recreativo de la comunidad educativa mendocina. Antes de la pandemia, Eva Lerouc –que es docente–, sobrevivientes y organismos de derechos humanos locales comenzaron a insistir para que el lugar fuera señalizado como sitio de memoria, algo que costó especialmente acordar con autoridades educativas de la provincia, gobernada por el radicalismo.
“Tuvimos que explicarles lo que significan las señalizaciones en la construcción de memoria, especialmente en un lugar como ese en donde acuden chicos y chicas todo el tiempo. Tuvimos que pedirles por favor, cuando en realidad se trata de una política de Estado”, mencionó la hija de una de las víctimas de Colonia Papagallos. Finalmente lo lograron el jueves pasado.
A la espera de la reconstrucción
Eva sabe que a su papá, Alfredo Lerouc, lo asesinaron en San Juan a fines de noviembre de 1976, en el marco de un operativo a cargo del Regimiento de Infantería de Montaña 22 de esa provincia. Él y su esposa Marta eran Montoneros y vivían en la localidad de San Martín en la provincia de Mendoza, pero debieron huir tras la instalación de la dictadura. Desde aquel operativo se perdió el rastro de Marta, de quien Eva recogió más datos varias décadas después, cuando las causas judiciales por crímenes de lesa humanidad retomaron ritmo.
“Solo hay dos sobrevivientes de Papagallos: Ricardo Puga, quien reconoció la celda donde estuvo encerrado allí gracias a las marcas que había dejado con sus esposas y que aún se conservan. Y Sergio Miranda –detenido en diciembre del 76–, que compartió celda con mi mamá y con Liliana Riveros”, mencionó Eva.
Ricardo y Sergio participaron de una inspección ocular que se llevó a cabo en 2011 en el marco de la causa que investiga Papagallos como uno de los centros clandestinos que integró el circuito represivo a cargo del Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Mendoza. Entonces, reconocieron el lugar: una edificación con una cocina pequeña que, en tiempos de represión genocida, era oficina de guardia, sala de tortura, escenario de abusos sexuales; y un salón comedor convertido en numerosas habitaciones que oficiaron de celdas. “Las dos celdas del fondo son las que Miranda y Puga reconocieron como los lugares donde estuvieron encerrados. Ahora son dos baños”, indicó Eva. En el predio, además, fueron construidas más habitaciones y quinchos con posterioridad al golpe de Estado.
Según el pedido de elevación a juicio que la Fiscalía presentó en agosto pasado sobre el rol de esa institución durante la última dictadura –un requerimiento gigante, con más de 300 víctimas y decenas de acusados– en Colonia Papagallos permanecieron secuestrados en distintos períodos, entre los años 1976 y 1977, al menos seis personas: Puga, Miranda, Saroff, Riveros, Giovanni Sgroi y Francisco Solano López. Al respecto, Eva concluyó: “Por lo pronto es lo que se sabe, pero Sergio y Ricardo declararon que durante su estadía oyeron voces de más detenidos, lo que no sabemos es quiénes son. Esperamos que la señalización y el juicio nos ayuden a conocer más”. La causa ya está en manos del Tribunal Oral Federal número 1 de Mendoza.