Con Mauricio Macri a la cabeza, la oposición de derecha rechazó de manera sincronizada la decisión del gobierno nacional de decretar este martes un feriado nacional para festejar la obtención del campeonato mundial y celebrar la llegada de la Selección al país proveniente desde Qatar.
El eje de los cuestionamientos de los principales dirigentes apeló a una de las máximas del discurso de Juntos por el Cambio: la cultura del trabajo. Una cultura a contramano de las políticas que aplicó cuando fue gobierno en 2015-2019 y elevó al 9 por ciento la desocupación, con despidos masivos y cierres de industrias.
Lo cierto es que, tal como lo hizo Patricia Bullrich con su hashtag #YoFestejoTrabajando, para el macrismo hay que celebrar sin celebraciones y alegrarse pero con límites, como cuando la semana pasada el gobierno porteño valló el Obelisco y reprimió a quienes fueron hasta allí para expresar su felicidad por el pase a la final del Mundial.
Luego de haber estado en Qatar durante semanas, Macri calificó al feriado de “incoherente y antifederal” porque, según su lógica, si el epicentro de las actividades por la Selección son en Capital Federal no había motivos para que la medida rija en todo el país. Según trascendió, tras pasar un mes en el Mundial, el exmandatario tiene previsto tomarse 40 días de vacaciones en la Patagonia.
La lógica es inversa a la que él y Bullrich aplicaron cuando durante su gobierno decretó feriado nacional por la realización de la Cumbre del G20 en diciembre de 2018, una actividad que no requirió la movilización popular sino que, por el contrario, restringió todas las actividades sociales, valló la ciudad y militarizó las calles.
La presidenta del PRO, además, recurrió a lo que Juntos por el Cambio rechazó: la utilización política del triunfo de la Selección. A través de Twitter intentó vincular el logro de los jugadores con el discurso “cambiemista”: “Recibamos a Messi y a la Selección con los valores que compartimos con ellos: los del esfuerzo y el trabajo”.
Al coro se sumó el primo del expresidente, el candidato y jefe de Gabinente porteño Jorge Macri, que calificó de “injusto e innecesario” al feriado. «¿Qué va a pasar mañana con la gente que tenía un turno médico o un examen importante?”. No lo preguntó por la negativa de la administración porteña a reconocer salarial y profesionalmente a médicos y enfermeros de hospitales dependientes de su administración, sino porque la demagogia sanitaria de su crítica.
Desde Olavarría, el intendente Ezequiel Galli dijo que el presidente Alberto Fernández “demuestra que las prioridades están cambiadas” porque “todos tenemos ganas de seguir festejando, pero el País necesita producción y trabajo para salir de esta crisis».
El mendocino Alfredo Cornejo fue también uno de los primeros en protestar porque, según él, el feriado “paraliza la producción y la educación”. En rigor, lo que paralizan esas áreas son las políticas generales que puede aplicar un gobierno que, por ejemplo, cierra escuelas o abre las importaciones en detrimento de la industria nacional.
De la misma manera, para el gobernador de Mendoza, el radical Rodolfo Suarez, «la medida dispuesta por el Gobierno Nacional no tiene razonabilidad alguna”, de manera que no adhirió al feriado con una frase un tanto confusa: «La demagogia transforma la virtud en decadencia. Y distorsiona la buena fe y la alegría de la gente intentando manipular valores esenciales”.
No podía quedar afuera del coro el diputado nacional por Avanza Libertad José Luis Espert escribió en Twitter: «¿Feriado Nacional mañana por el campeonato mundial logrado por nuestra selección? Delirio total. Encima hoy se convocó a sesión de Diputados para pasado mañana y tratar 21 proyectos de ley, ninguno importante para la gente. La política disociada de la realidad. Peronia».