¿Tiene chances electorales el Frente de Todos? Esa va a ser la pregunta del millón para el mercado financiero de cara al año electoral.
La economía cierra el 2022 con un crecimiento estimado del 5% y cierta sensación de que se estabilizó desde el pico de la crisis.
La inflación sigue siendo para romper los Guinness (pero en descenso) y el gran talón de Aquiles para el oficialismo es la destrucción del poder adquisitivo del salario. Los ingresos pierden por un largo trecho contra la inflación y, medido en dólares, están en los niveles más bajos de las últimas décadas. ¿Massa puede revertir eso?
En el mercado nadie le cree a Economía por su estimación de inflación en 2023. El 60% que se puso en el Presupuesto está lejos del casi 100% que estiman los bancos (locales y de afuera) y consultoras.
El ministro se anotó el beneficio de la duda luego de unos meses de cierto descenso, aprovechando el colchón de precios que tienen varios formadores, para pedir un 4% de aumento mensual. Pero esa tregua tiene fecha de caducidad y el cumplimiento no es sostenible. Ya diciembre será un poco mayor al 4,9% de noviembre (se cree que más cerca del 5,5%). Sea como fuere, el Gobierno podrá evitar la trágica foto con una inflación anual de tres dígitos, pero no evitará el papelón de haber triplicado lo que prometió en el Presupuesto anterior.
Sea como fuere, la suerte política del oficialismo se juega en que la inflación del 2023 no se coma los salarios. A eso, se le suma el dólar que en su versión libre se despertó en diciembre. En la City hablan de que fue un movimiento de manual, un catch-up con la inflación (el blue cierra 20 puntos por debajo del aumento de precios este año) y que las tensiones electorales y la abundancia de pesos que se emitieron se encargará de tener al billete en el centro de la escena en 2023.
Para Fernando Marull, el director de FMyA y ex funcionario de Economía durante el macrismo, el movimiento del dólar tendrá que ver con lo que suceda en las PASO. Habrá volatilidad previa, pero si la oposición asegura en la interna abierta que hará una buena elección, cree que el dólar llegará a las generales muy tranquilo incluso con la brecha bajando. Por el contrario, si el Frente de Todos se muestra competitivo, el mercado lo «castigará».
De cualquier manera, la brecha consistente con la emisión monetaria y la economía es del 100%.
Bajar considerablemente eso demandará mucho más que parches para que la economía llegue.
Pero en el mercado hay expectativa de que haya un cambio de rumbo en 2023. Juan Manuel Pazos, de TCG Valores (que tiene lazos con varios inversores del exterior), explicó que desde mitad de octubre hay algo más de interés con Argentina. «Hay 3 grandes focos de interés doméstico en Argentina: la perspectiva de un gobierno nuevo el año que viene, una percepción que desde que llegó Massa mejora la política económica, y que el gobierno consiguió US$20.000 millones en los últimos meses. Estas 3 cosas explican 40% de la mejora de los bonos argentinos», dice Pazos.
Javier Timerman, socio de Adcap, sostiene que económica y financieramente estamos mejor que el año pasado (si bien hay más inflación) y que por lo menos no se escapan las reservas y se ha reducido el déficit fiscal. «Es un proceso, y la gente va a empezar a invertir cuando crea que el proceso político es un proceso de estabilidad, donde no continuamos con la guerra civil que hay en este momento entre la política y la economía», explica.
Más allá de lo financiero, el crecimiento económico está en dudas para el año electoral. Eso golpeará al votante si se enfría demasiado la economía y, como se prevé, la inflación continúa picante. El mismo Banco Central lo dijo en sus «Objetivos y Planes 2023».
«Se estima que la economía argentina continuará creciendo por tercer año consecutivo, a un ritmo menor que en 2022 dado que prácticamente todos los sectores alcanzaron sus niveles prepandemia. De esta manera, se espera que la economía alcance una expansión de 2% a precios constantes en 2023. No obstante, esta proyección podría verse condicionada por el riesgo asociado a la sequía que está afectando al sector agrícola y de la cual, por estar todavía en desarrollo, se desconoce su impacto pleno», se ataja Miguel Pesce.
¿Le alcanzará al oficialismo? Se verá. La economía, más allá de cómo llegará, no será una economía para ganar elecciones. El Gobierno tiene una de las peores imágenes ante la sociedad que difícilmente pueda revertir.
Incluso, según Poliarquía, los «candidatos» del Frente de Todos no miden. Massa, que repite que no jugará a nada (y nadie le cree) tiene una imagen positiva de tan solo el 17% y Axel Kicillof del 5%. Se contraponen con el 58% de imagen positiva de Horacio Rodríguez Larreta o incluso el 50% de Patricia Bullrich.
Pareciera que ni siquiera el «salvador» Massa podría hacer competitivo al oficialismo como sueña el ahora ultraoficialista y ex Syngenta, Tony Aracre. La teoría del exempresario es que el objetivo «ambicioso y auspicioso» que se trazó el equipo económico de alcanzar una inflación mensual del 3% en abril es importante por el impacto en el poder adquisitivo del salario que tendría una desaceleración inflacionaria y su potencial correlato electoral.
Esa la gran apuesta del kirchnerismo, una compleja y con altas chances de fracasar. ¿Puede el ministro? Quizás ya sea pedirle demasiado al bombero Massa.