En los últimos meses, miles de personas adoptaron una práctica simple para empezar el día: dejar el celular apagado por los primeros 30 minutos.

El celular ya no es lo primero. Personas de todo el mundo —desde profesionales del bienestar hasta usuarios comunes— están eligiendo empezar la mañana sin pantalla.
¿Por qué? Porque lo primero que hacemos al despertarnos define nuestra química cerebral. Estudios muestran que revisar el celular apenas abrís los ojos eleva el cortisol y activa el “modo alerta”.

Un estudio de la Universidad de Nottingham sugiere que las rutinas matinales de bajo estímulo reducen el estrés percibido y mejoran la regulación emocional en un 25%.

No es una moda, es una tendencia basada en ciencia: cada vez más personas están adoptando rituales de baja estimulación al comenzar el día. Y eso está transformando su energía.

En lugar de chequear redes, optan por prácticas como journaling, estiramientos, agua tibia con limón o simplemente sentarse en silencio.

No hace falta cambiarlo todo para sentirte distinto. A veces, 30 minutos bien elegidos valen más que un día entero en automático.

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