Con dos temas centrales -las negociaciones del gobierno con el FMI y la situación de la Corte Suprema- como ejes del debate público, el kirchnerismo duro volvió ejercer presión política y a marcarle la cancha a Alberto Fernández. No sólo esto: obligó al Presidente a redefinir el rumbo de su administración.
En los últimos días hubo señales de duras críticas vertidas desde las usinas de poder del kirchnerismo duro relacionadas con una profundización de los cuestionamientos al gobierno por un eventual ajuste impuesto por el Fondo a la Argentina por el pago de la deuda.
También se fijó como espacio de escenificación de los cuestionamientos a la justicia la realización de una marcha de protesta el 1 de febrero frente a los tribunales convocada desde los mismos grupos ultrakirchneristas del Frente de Todos.
EL SILENCIO DE CRISTINA KIRCHNER
Alberto Fernández tuvo que salir a reaccionar de inmediato para no quedar en off side ante los sectores más radicalizados del frente oficialista y, una vez más, el silencio de Cristina Kirchner ante las negociaciones del gobierno con el FMI despertaron suspicacias hacia adentro y afuera de la Casa Rosada.
Desde las usinas de la agrupación Soberanxs que lideran la ex embajadora Alicia Castro, la ex diputada Fernanda Vallejos, el piquetero Luis D’Elía, el ex vicepresidente Amado Boudou y el ex vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto salieron a agitar las banderas en contra de un acuerdo con presuntos vicios de ajuste del FMI.
Castro deslizó una fuerte crítica directa a la portavoz del gobierno, Gabriela Cerrutti, al retrucarle: «los argentinos sabemos que un acuerdo con el FMI implica necesaria ente un AJUSTE. Que pagan por estafa injustamente lxs que menos tienen. También sabemos que los Reyes Magos son los padres. No insulte nuestra inteligencia», escribió.
Se sabe que Alicia Castro dialoga seguido con Cristina Kirchner y muchas veces habla por ella. Aunque esta vez la vicepresidenta optó por el silencio encriptado en estos últimos días de debate sobre el acuerdo con el Fondo.
LA CONDICIÓN DE MÁXIMO KIRCHNER
Allegados al jefe de bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner, dijeron a El Cronista que «el acuerdo con el Fondo nunca deberá ir en contra de la gente y esperamos que no condiciones el futuro de los argentinos». Es la línea argumental que mantendrá el kirchnerismo duro y que tanto Guzmán como Alberto Fernández deberán encuadrarse.
Además, hay quienes advirtieron que el pedido público del gobernador bonaerense Axel Kicillof a Guzmán para redefinir la estrategia con el FMI por los reclamos de ajuste de Estados Unidos derivaron en el inminente viaje del canciller Santiago Cafiero a Washington para reunirse con su par norteamericano Anthony Blinken.
En la Casa Rosada rechazan estas teorías conspirativas y aseguran que el Presidente habla «mucho más de lo que se sabe y trasciende» con Cristina Kirchner. También destacan que ambos «coinciden en la totalidad de la mirada sobre el FMI».
Para que no queden dudas de esta posición de dureza del kirchnerismo puro hacia el ministro de Economía, la ex diputada Fernanda Vallejos acaba de difundir un informe reservado de proyección económica que se titula: «Escasez de reservas: La deuda consumió el superávit comercial». El trabajo tiene 105 páginas, contempla un análisis de la economía global, del impacto de la pandemia y al abordar el caso de la Argentina analiza con cierta crítica la política fiscal y monetaria.
Así, el documento sostiene con respecto a la situación de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) que «es reflejo de las dificultades que tiene nuestra economía para retener divisas. Aún en el marco del desempeño del comercio con el exterior que registra superávits récord, las divisas que la autoridad monetaria logra adquirir para cumplir con sus objetivos de política y robustecer la sustentabilidad externa de la economía, son escasas o nulas». También hay advertencias sobre una eventual negociación con el FMI por la deuda que podría desembocar en un ajuste.
EL CAPITULO JUDICIAL
En paralelo a toda esta movida se desató un renovado cuestionamiento del kirchnerismo duro al funcionamiento de la justicia en general y en especial a la Corte Suprema. La estrategia derivó en una convocatoria a una marcha el 1 de febrero con la intención de hacer cambios en el máximo tribunal o en los planes de máximo voltaje para remover a la Corte Suprema.
D’Elía junto con Mariotto y varios referentes de Soberanxs se pusieron al frente de esta nueva embestida y Juan Martín Mena, Secretario de Justicia del gobierno, aseguró que la Casa Rosada está «trabajando para impulsar una reforma judicial» que será para «seguir trabajando por un servicio de administración de Justicia que le solucione los problemas a la gente».
No sólo esto. El número dos del ministerio de Justicia y Derechos Humanos calificó como «muy positiva» la movilización propuesta por D’ Elía que cosechó duros rechazos de la oposición.
Ante semejante escalada, Alberto Fernández no sólo evitó poner paños fríos sino que redobló la apuesta contra la Corte. El Presidente dijo que la Corte Suprema «tiene un problema de funcionamiento muy serio». Ejemplificó que el hecho de que «Milagro Sala hoy todavía esté detenida es que hay algo que está funcionando mal». Esta frase fue leída como una señal de pax romana del Presidente hacia la combativa líder jujeña de la Tupac Amaru sino también hacia el kirchnerismo duro.
Alberto Fernández también destacó que «la Justicia parece ser un coto cerrado para la oposición. Cada vez que uno habla de la Justicia reaccionan de un modo increíble». La frase escondería, según señalan en el gobierno, una firme intención del Presidente de avanzar desde el Congreso y de una vez en una profunda reforma judicial.
La batalla está abierta y el Presidente ajustó su agenda al mensaje extremista del kirchnerismo para mostrarse alineado con la vicepresidenta y todos sus discípulos que le dan sustento electoral al Frente de Todos.