Otras 231 personas murieron y 16.502 resultaron contagiadas de coronavirus en las últimas 24 horas en la Argentina, mientras el Gobierno nacional apuesta a que con las nuevas medidas que entraron en vigencia hoy, se refuercen los controles para reducir la circulación de personas y bajar la tensión del sistema de salud, a la par de que avance el proceso de vacunación de la población de riesgo.
Con la cifras oficiales dadas a conocer está tarde, el número total de fallecidos desde el inicio de la pandemia se elevó a 64.096, en tanto que los infectados llegaron a 2.993.865, de los cuales 2.655.359 ya recibieron el alta médica y 274.410 permanecen activos.
El Ministerio de Salud de la Nación informó que el total de personas internadas en Unidades de Terapia Intensiva (UTI) es de 5.370, con una ocupación de camas UTI a nivel nacional del 68.3%, y del 77,3 % en Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Del total de contagiados en las últimas 24 horas, Buenos Aires reportó 7.508 casos, la Ciudad de Buenos Aires 2.383, Catamarca 38, Chaco 224, Chubut 112, Corrientes 148, Córdoba 1.239, Entre Ríos 386, Formosa 10, Jujuy 59, La Pampa 278, La Rioja 84, Mendoza 484, Misiones 105, Neuquén 338, Río Negro 167, Salta 128, San Juan 112, San Luis 527, Santa Cruz 134, Santa Fe 1.456, Santiago del Estero 211, Tierra del Fuego 62 y Tucumán 309.
Las nuevas medidas
En este contexto, el Gobierno nacional apuesta a que con las nuevas medidas anunciadas por el presidente Alberto Fernández, que entraron en vigencia hoy con su publicación en el Boletín Oficial y se extenderán hasta el 21 de mayo, se refuercen los controles de las restricciones, para reducir la circulación y bajar la tensión del sistema de salud.
Con el acento puesto en el control de las medidas territorialmente «focalizadas» y apostando a cubrir con la vacunación a la mayor cantidad de personas de grupos de riesgo, el Gobierno encara mayo y los primeros fríos con la esperanza de contener la circulación viral que ya pone en jaque al sistema sanitario de diversas zonas del país.
En las últimas semanas de abril se confirmó la llegada de la segunda ola de contagios al país, con cifras altas de casos y muertes, sobre todo en el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA) pero también con números récord de vacunas llegadas a Ezeiza, superando 11 millones de dosis ya en el país.
El correlato político de la pandemia incluyó, en los últimos días, impugnaciones judiciales aún irresueltas en la Corte Suprema por el tema de las clases presenciales.
Desde el primer minuto de hoy se encuentra vigente un nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia presidencial que dispone medidas focalizadas para diversas zonas de riesgo epidemiológico con la atención puesta en las áreas de «alerta» en las que se percibe una alta circulación viral y el consiguiente estrés del sistema sanitario.
En ese grupo, donde se establecen las medidas más rígidas para disminuir la circulación de personas, se encuentran más de 40 distritos bonaerenses, la Ciudad de Buenos Aires, el Gran Mendoza, Rosario y parte de su conurbano.
La producción mundial de vacunas
En el plano internacional, las vacunas contra el coronavirus que ya se administran en el mundo se producen de forma masiva en apenas cuatro países -Estados Unidos, India, China y Rusia- y en el bloque de la Unión Europea (UE), y la situación sanitaria y política dentro de cada uno de ellos explica por qué la llegada de dosis al resto del planeta seguirá a cuentagotas, en el mejor de los casos, en los próximos meses.
Si el ritmo de producción ya venía retrasado, razones a menudo internas en los países productores ralentizaron aún más la fabricación, y generaron cruces de declaraciones, presentaciones judiciales, quejas diplomáticas, negociaciones inusuales y una disputa ya nada solapada en busca de inmunizadores.
El concepto que ya se había vuelto lugar común el año pasado: nunca una vacuna se logró tan velozmente y jamás su producción en cadena pareció tan lenta, todo en un escenario en el que intereses comerciales y políticos cruzan de por sí una áspera competencia internacional.
Algunas de las razones por las que los cinco grandes productores de vacunas quedaron lejos de sus objetivos iniciales son estas:
En la India, la explosión de contagios dejó al país sin camas y sin oxígeno, con el agregado de que a mayor propagación del virus más chances de mutar y, en consecuencia, más interrogantes genera respecto de las vacunas.
China, en tanto, se propuso ser el gran distribuidor de vacunas sobre todo en los países en desarrollo y trazó por eso un ambicioso plan de generar 2.000 millones de dosis en 2021 y unas 4.000 en 2022, con lo que esperaba cubrir el 40% de la demanda global.
Pero esta estrategia que varios medios llamaron «la diplomacia de las vacunas» y que, en teoría, buscaba acrecentar la influencia de la potencia en el mundo, se contrasta ahora con su aspiración de vacunar a buena parte de su población antes de julio, cuando el gigante Partido Comunista festeja sus 100 años.
Estados Unidos tiene la ventaja de haber aprobado tres vacunas que se fabrican en su territorio (Pfizer, Moderna y Johnson&Johnson). Y hasta compró millones de dosis aún antes de ese visto bueno.
Moderna le dijo al diario The Wall Street Journal que necesitó tres meses para producir los primeros 20 millones de dosis, pero que ahora produce 40 millones al mes solo para EEUU.
Pfizer pasó de producir 5 millones de vacunas semanales a 13. También Johnson&Johnson multiplicó su producción porque su rival Merck, el segundo productor de vacunas del mundo, se le asoció tras fracasar en su intento de tener su propio inmunizador.
En Rusia, su vacuna insignia, la Sputnik V, puso al país frente a una paradoja: su validación como una de las más efectivas multiplicó la demanda y generó para el Fondo Ruso de Inversión Directa el desafío de producir a escala mundial.
Pero al parecer podrán manufacturarse como máximo 400 de los 710 millones de dosis encargadas para este año, y en parte porque hay acuerdos con laboratorios de Brasil, India y Corea del Sur para fabricar y exportar el inyectable.
Fuente: Telam.