Una serie de decomisos de millones de pesos ocultos en camiones descubiertos en controles rutinarios en puestos de Gendarmería sobre rutas norteñas pusieron en vilo a los investigadores de la fuerza de seguridad por lo insólito de los hallazgos, que se vienen produciendo desde mediados del año pasado. Los vehículos detenidos que llevaban los cuantiosos fajos de billetes de manera irregular iban en la dirección contraria a la que se solía pensar que se produce el tráfico de divisas: en vez de ir hacia la frontera, el dinero circulaba de norte a sur.

El caso fue catalogado como un «misterio» en los portales de noticias nacionales, porque no se podía dilucidar la procedencia de la plata. Sin embargo, el enigma tiene una respuesta que en las localidades fronterizas de Salta y del sur de Bolivia conocen bien: el dinero que encuentran los gendarmes en los camiones es el pago por la mercadería argentina que se contrabandea hacia el país vecino.

Por la devaluación del peso, los productos argentinos son mucho más baratos si se los compra con la moneda boliviana. Según la cotización oficial, 14 pesos argentinos equivalen a 1 boliviano, y en el mercado informal cuesta 18 pesos. Por la conveniencia de ese cambio (que es un reflejo del calamitoso estado y decadencia de la economía de este país), en locales de Yacuiba se pueden ver comercios atiborrados de productos de almacén y bebidas de origen argentino a los que acuden compradores de todas las latitudes de Bolivia.

Distintas fuentes del mercado cambiario local consultadas por El Tribuno explicaron que las cargas de mercaderías contrabandeadas se pagan en pesos, que son adquiridos con dólares que vienen desde el otro lado de la frontera. Ese movimiento genera otro fenómeno que se observa por estos días en la city salteña: la alta oferta de la moneda norteamericana hizo que en Salta el dólar blue esté más barato que en el resto del país. Ayer, por ejemplo, el dólar paralelo en la ciudad se vendía a $149, mientras que en Buenos Aires el cambio cerró a $152.

Libre tránsito

Si bien los pasos internacionales están cerrados como medida contra la COVID-19 desde marzo del año pasado, el paso de mercadería de Argentina hacia Bolivia sigue su curso como antes de la pandemia. El traslado de bultos que hacían los bagayeros por los cruces fronterizos legales de Salvador Mazza y Aguas Blancas ahora lo realizan por pasos clandestinos que están a la vista de to dos.

Una reciente investigación del diario boliviano El Deber dio a conocer que según datos que maneja la Alcaldía de Yacuiba, son cerca de 40 pasos ilegales los que están vigentes entre Salvador Mazza y San José de Pocitos.

Uno de esos cruces es el «Tres», paralelo al puente internacional. «Se trata de una calle de Pocitos que se convierte en un camino de tierra que, a su vez, se transforma en un pequeño bosque que está dividido por una quebrada seca», relató el periodista Álvaro Rosales Melgar.

«En el camino están las «campanas’, menores de edad que vigilan el tránsito y que cuentan con walkie-talkie para alertar cualquier sospecha o eventualidad», continuó. «Una vez atravesado el trecho (unos 150 metros) las personas llegan al patio de una vivienda de Salvador Mazza, donde los propietarios (de nacionalidad argentina) cobran un «peaje’ de 100 pesos argentinos para atravesar el interior de la vivienda y salir por la puerta principal, como alguien que sale de su propia casa», contó en su nota el cronista. Un botón de muestra de la realidad fronteriza.

Cerveza, lo más codiciado

En los primeros tres meses de este año la Aduana Nacional de Bolivia decomisó mercaderías de contrabando valuadas en más de 125 millones de bolivianos (casi 2 mil millones de pesos argentinos o 18 millones de dólares), según informó la presidenta de esa institución, Karina Serrudo. El producto de contrabando más codiciado en el país vecino es la cerveza que se fabrica en la Argentina, de diferentes marcas. 
En las denominadas ferias mañaneras que se montan en Yacuiba abundan los fardos de latas y botellitas de cerveza argentina, que desde ahí se distribuyen a todo el territorio boliviano. La lata suelta cuesta entre 4 y 5 bolivianos, una “bicoca” comparado con lo que sale una cerveza boliviana. En los locales se ofrece, además, todo tipo de productos que se pueden ver en un súper salteño, por ejemplo.
Más allá del comercio montado con mercadería argentina, que a pesar de ser ilegal no tiene demasiados impedimentos para transcurrir a la vista de todos, desde la Aduana boliviana empezaron a alertar que el contrabando beneficia a narcotraficantes que lavan dinero con la mercancía ilegal junto a intermediarios que la distribuyen. Como es un entramado criminal que se concreta entre dos países, es lógico que lo advertido en Bolivia también debe tener su contraparte en estas tierras.

Fuente: El Tribuno

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