La información llegó ayer a Buenos Aires desde Washington, y causó cierta preocupación. David Lipton tomó contacto con Antony Blinken y el secretario de Estado de Joe Biden ya conoce la opinión que el asesor senior de Janet Yellen tiene sobre la marcha de las negociaciones entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ahora, cuando el próximo 18 el canciller argentino Santiago Cafiero se siente con su par norteamericano una de las principales tareas diplomáticas que tendrá será convencer al interlocutor norteamericano de que la visión de Lipton sobre la economía argentina y sus circunstancias no es la realidad.

Aunque era inevitable que ocurriera, se esperaba que este contacto se concretara contemporáneamente al viaje de Cafiero. Y que, en todo caso, hubiera algún marco de discusión tripartito entre el secretario de Estado y la secretaria del Tesoro; donde, se descarta, la visión que se tiene del país es bastante negativa. Y si bien el viaje del argentino a los Estados Unidos está enmarcado en cuestiones más generales y, se supone, más importantes a los ojos de la administración Biden; el tema Fondo deberá estar en la agenda. Más teniendo en cuenta que Cafiero será el primer alto funcionario del gobierno de Alberto Fernández que tomará contacto con lo máximo de la Casa Blanca.

Todo podría concentrarse en un diálogo diplomático generalista y concentrado en cuestiones vinculadas a la política exterior argentina y al mensaje que se quiere transmitir de un país que potencialmente puede ser aliado estratégico de EE.UU., más allá de algunas posiciones irritantes puntuales en Washington. El problema es que la presencia del informe Lipton complica la agenda, y obliga a Cafiero a concentrase en un tema que nubla a otros.

Hay una realidad. El norteamericano es hoy asesor directo de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y la persona destinada por el Gobierno de Joe Biden para analizar el caso argentino ante el FMI. A su escritorio llegó este problema cuando desde el ministerio de Economía se pidió formalmente que EE.UU. vote a favor de la Argentina en el Directorio del organismo; para que se aplique una reducción drástica en las tasas de interés en un eventual Facilidades Extendidas. Si bien en principio se percibió buen talante desde Washington, la intervención del ex número dos del FMI en tiempos del stand by de Mauricio Macri resultó negativa; ya que su visión es contraria a facilitarle las cosas a la Argentina

Así, nuevamente y como si fuera una novela de enredos, Lipton vuelve a cruzarse con los destinos económicos del país, en una situación incómoda para las dos partes. Al funcionario de Yellen le molestó abiertamente la intención del Gobierno de avanzar en acusaciones serias y directas por la responsabilidad de los funcionarios argentinos y las autoridades del FMI que firmaron el stand by de 2018, algo que tiene a Lipton como protagonista fundamental. Si el caso avanzara el entonces número dos del organismo tendría que dar explicaciones sobre su intervención en la aprobación crítica que tuvo en aquellos tiempos.

Antecedentes

Lipton, militante demócrata, dejó su cargo de subdirector gerente en el FMI el febrero del año pasado. Fue reemplazado por su compatriota del Partido Republicano Seiji Okamoto, designado en el puesto por Donald Trump en uno de sus últimos actos de gobierno; quién a su vez también dejará pronto el cargo en manos de la indo-norteamericana Gita Gopinath.

Será la segunda instancia en los últimos años en los que Lipton se cruce con la Argentina y sus circunstancias económicas. La última vez que el economista tocó algún tema donde está involucrado el país, no fue una buena experiencia. En agosto de 2018 Mauricio Macri enfrentaba una corrida cambiaria, con reservas más que débiles en el BCRA. El gobierno de entonces realizó un pedido oficial para que los dineros provenientes desde Washington ayudaran a la entidad que manejaba entonces Luis “Toto” Caputo a enfrentar la embestida. La idea era dar batalla con la estrategia de aportar todos los dólares que el mercado pidiera, con el objetivo de dar la imagen a los mercados que el Gobierno no vulneraría el derecho de los ahorristas de todos los niveles para acceder a las divisas.

El pedido de la Argentina se enfrentó con la negativa radical Lipton. El Heredero ideológico de Anne Krueger, se oponía militantemente a violentar el artículo VI de la carta orgánica del FMI, donde se explicita que “ningún miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital”. El técnico de Washington no formaba parte en las misiones del FMI que negociaron, avalaron y luego fiscalizaron el stand by, pero liberó de responsabilidades a sus colegas que sí participaron. Macri llamó a Trump para pedirle que presionara/habilitara al FMI para que le permita el uso del dinero del stand by para realizar política cambiaria. El norteamericano ni lo pensó. Llamó a su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, que a su vez telefoneó a Lipton para darle la orden de obedecer a Macri si quería permanecer en su cargo. Lipton finalmente aceptó y firmó el permiso para que el país dispusiera de unos u$s6.000 millones para contener eventuales corridas cambiarias, con un límite diario de u$s250 millones, inaugurando una etapa de estabilidad cambiaria y de huida masiva de fondos del país ante la cercanía de las PASO del 11 de agosto de 2019. Es el mismo Lipton que ahora debe evaluar si conviene o no ayudar al país. En este sentido, tampoco Argentina tuvo suerte.

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