El banco de alimentos de Colchester, en el este de Inglaterra, repartió 165 toneladas, suficientes para alimentar a 17.000 personas, en 2021. Pero con una inflación récord en 30 años, salarios estancados y la energía por las nubes este año puede ser peor.
«Es probable que alimentemos a 20.000 personas en 2022», afirma el director del centro, Mike Beckett. «Y si la situación económica empeora, podrían ser hasta 25.000», agrega.
«Es como una pesadilla. En el peor de los casos, quizá sean 30.000 personas».
Un 95% de los productos de este banco de alimentos, gestionado por la asociación Trussell Trust, procede de donaciones de clientes en los supermercados locales.
Pero la actual coyuntura ha llevado a solicitar asistencia a personas que antes la ofrecían.
Antes «solía poner siempre algo en el carrito del banco de alimentos, pero ahora me toca a mí recibir ayuda», explica a la AFP Heidi, de 45 años, reconociendo que le cuesta mucho hacer frente a las subidas de precios de «absolutamente todo».
Como muchos británicos, este invierno tendrá que elegir entre «calentarse o comer», afirma. «Mi factura de electricidad está subiendo. Ahora pago unas 80 libras (110 dólares o 95 euros) al mes, frente a las 40 o 50 del año pasado», lamenta.
– Sistema «defectuoso» –
El número de personas que reciben alimentos de emergencia en los centros de Trussell Trust en todo el país pasó de unos 26.000 en 2009 a más de 2,5 millones en 2021.
La inflación británica subió a 5,4% en diciembre, su nivel más alto desde marzo de 1992.
Y, según el activista contra la pobreza Jack Monroe muchos alimentos básicos han subido mucho más. La pasta más barata en su supermercado local hace un año costaba 0,29 libras por 500 gramos, mientras que hoy cuesta 0,70 libras, un aumento del 141%, asegura.
El arroz más barato costaba 0,45 libras el kilo, pero ahora cuesta 2 libras. «Es un aumento del 344%, que golpea a los hogares más pobres y vulnerables», escribió en un tuit leído por millones de personas.
«El sistema con el que medimos el impacto de la inflación es fundamentalmente defectuoso: ignora por completo la realidad y las subidas de precios reales para las personas con salarios mínimos» o ingresos inferiores.
Beckett está de acuerdo en que «la medición de la inflación no tiene en cuenta que los alimentos baratos suben cientos de puntos porcentuales».
Las familias de bajos ingresos se encuentran bajo mayor presión después de que el gobierno británico devolviera las prestaciones sociales a los niveles anteriores a la pandemia, tras haberlas aumentado temporalmente durante la crisis sanitaria.
En 2020, el 42% de los clientes del banco de alimentos eran niños. Y ahora muchos más padres tienen que armarse de valor para venir, afirma Beckett.
«Ya han prescindido de alimentos para ellos mismos para asegurarse de que sus hijos comen, pero no pueden dar de comer a sus hijos sin recibir ayuda» porque «cuando hace frío, la gente tiene que elegir entre comer o calentarse», agrega.
Problemas crónicos de salud
La Fundación Joseph Rowntree, que milita contra la pobreza, señala en un informe publicado este mes que «en el caso de los niños, la inseguridad alimentaria grave se vincula a problemas de salud crónicos como el asma y la depresión».
Y «los adultos que viven en hogares con inseguridad alimentaria tienen un mayor índice de desarrollo de enfermedades crónicas como la artritis, el asma, la diabetes y los problemas de salud mental», agrega este estudio sobre la pobreza en el Reino Unido en 2022.
La fundación denuncia las limitaciones del sistema asistencial británico, como tener que esperar un mínimo de cinco semanas antes de recibir los primeros pagos de prestaciones.
Otros activistas critican también el hecho de que las prestaciones por hijos se limitan a dos hijos por familia.
El coste de la vida en el Reino Unido debe dispararse aún más en abril debido a una subida de impuestos y a nuevos aumentos previstos de alrededor del 50% en las facturas de energía doméstica.
Y para pagar la enorme factura de las medidas contra el covid-19 se prevén futuros aumentos impositivos.
«Nunca pensé que estaría en esta situación», afirma Heidi.