Un reciente estudio realizado por científicos del Hospital Universitario de Zurich, Suiza, dio pistas sobre las causas del COVID prolongado, que padecen muchas personas tras la infección por el virus SARS-CoV-2, lo que permitiría desarrollar formas de diagnóstico para establecer quiénes tienen riesgo de sufrirlo.
El estudio, publicado el 25 de enero en la revista Nature Communications, encontró que las personas que desarrollan COVID prolongado tienen niveles más bajos de ciertos anticuerpos en la sangre poco después de infectarse con el coronavirus.
El hallazgo permitiría en el futuro ayudar a determinar el riesgo de una persona de tener un long COVID, sugiere una nueva investigación.
Si se confirma a través de estudios más amplios, los hallazgos podrían ayudar a los científicos a desarrollar una prueba para predecir quién puede continuar sufriendo los síntomas semanas, meses e incluso años después de la infección.
“Queremos poder reconocer e identificar, lo antes posible, quién está en riesgo de desarrollar un COVID prolongado”, dijo el doctor Onur Boyman, autor del nuevo estudio e investigador del departamento de Inmunología del Hospital Universitario de Zurich.
El COVID prolongado o long COVID, es una condición que todavía es poco conocida para la que no existe un diagnóstico o tratamiento estándar y ha desconcertado a médicos e investigadores en todo el mundo desde que comenzó la pandemia por coronavirus.
No está claro el número exacto de pacientes con COVID prolongados, aunque se estima que, al menos en EEUU, un tercio de los pacientes con COVID-19 en general puede experimentar síntomas durante al menos un mes.
Ante la falta de información que aún existe, cualquier forma que permita un diagnóstico temprano sobre los pacientes que pueden terminar convirtiéndose en los llamados pacientes de larga duración es bienvenida, dijeron expertos externos, informó NBCNews.
Charles Downs, investigador de COVID prolongado y profesor asociado en la Escuela de Enfermería y Estudios de la Salud de la Universidad de Miami, calificó la investigación como “muy prometedora”.
“No existe una sola prueba, ningún estudio de imágenes, que pueda usarse para dar un diagnóstico” de COVID prolongado, dijo. “Esto nos ayuda a movernos en esa dirección”.
La investigación de Boyman comenzó a principios de 2020, durante la primera ola de la pandemia. Su equipo siguió a los pacientes durante la fase aguda de la infección, luego durante seis meses y luego durante un año a medida que se hacía evidente el fenómeno del COVID prolongado.
Dijo, además, que surgieron varias diferencias clavez, al comparar más de 500 pacientes con COVID-19, algunos de los cuales tuvieron COVID durante largo tiempo y otros padecieron síntomas que se resolvieron.
Lo más evidente fue cómo los sistemas inmunológicos de los pacientes que desarrollaron COVID prolongado reaccionaron inicialmente al virus.
Estos pacientes en el estudio de Boyman mostraron marcadas disminuciones en los niveles de dos inmunoglobulinas, IgM e IgG3, que son anticuerpos que produce el sistema inmunitario para combatir infecciones. En sistemas inmunitarios sanos, los niveles de estas inmunoglobulinas tienden a elevarse ante una infección.
Esos niveles de anticuerpos, cuando se combinaron con otros factores, como la mediana edad y un historial de asma, fueron 75% efectivos para poder predecir un COVID prolongado, dijo Boyman.
Debido a que los investigadores sabían qué pacientes sufrían de COVID durante mucho tiempo, se necesita más investigación para determinar si los criterios serían tan precisos desde el inicio de la enfermedad.
“Estas personas podrían tener una desventaja desde el principio”, dijo, “y luego, debido a sus antecedentes asmáticos, también podrían reaccionar de manera ligeramente diferente a los virus, lo que luego conduce a una respuesta inmunitaria equivocada”.
Downs, de la Universidad de Miami, dijo que, según su experiencia, muchos pacientes con COVID prolongado tienden a tener asma o algún otro historial de enfermedades subyacentes relacionadas con alergias, como secreción nasal crónica relacionada con alergias estacionales.
Si se confirma en estudios más amplios, la investigación podría ser “un importante paso adelante para dirigir los recursos en las clínicas posteriores al COVID-19 a quienes más los necesitan”, dijo el doctor Kartik Sehgal, investigador del COVID prolongado y oncólogo médico en Dana-Farber, Instituto del Cáncer de Boston.
Hay algunos datos a tener en cuenta en la investigación realizada en Zurich como para afianzar la idea de los científicos de que son necesarios más estudios. Los pacientes del estudio se infectaron entre abril de 2020 y agosto de 2021, antes de que se estableciera la variante Ómicron.
Por lo tanto, no está claro si los hallazgos se aplicarían a aquellos que pueden desarrollar COVID prolongado después de una infección por la nueva variante detectada en Sudáfrica en noviembre pasado.
Además, el estudio no tuvo en cuenta el estado de vacunación de los participantes. Muchos de los pacientes con COVID prolongado se enfermaron a principios de 2020, antes de que las vacunas estuvieran disponibles.
“Sería importante observar si estos marcadores siguen siendo predictivos en las personas vacunadas a medida que una mayor parte del mundo está vacunada o tiene una infección previa”, dijo en un comunicado Claire Steves, profesora clínica principal en el Kings College de Londres.
Pero “con los casos aún altos, más personas corren el riesgo de desarrollar síntomas a largo plazo”, agregó Steves, que no participó en la nueva investigación. “Necesitamos urgentemente ampliar la investigación sobre cómo evitar que esto suceda”.
Desde el comienzo de la pandemia, se aprendió que perder el sentido del olfato y gusto puede ser uno de los síntomas leves del COVID-19. Varias investigaciones muestran que alrededor del 80% de las personas recupera la capacidad en aproximadamente un mes. Pero hay otras que no pueden oler ni saborear aún después de seis meses o más. Incluso, es posible que unos pocos nunca recuperen esos dos sentidos.
Por incómodo que pueda ser, es solo una de las muchas condiciones de salud que pueden permanecer un tiempo extenso después de un caso del nuevo coronavirus. Llamado “COVID largo o prolongado”, el fenómeno se caracteriza por síntomas tan debilitantes como dificultad para respirar, fatiga severa, fiebre, mareos, confusión mental, diarrea, palpitaciones, dolor muscular y abdominal, cambios de humor y dificultades para dormir.
Las formas graves del COVID prolongado pueden dañar los pulmones, el corazón y los riñones. También afectar tu salud mental. Además, pueden calificar como una discapacidad. “Todavía estamos tratando de entender el COVID prolongado. Como aún no lo comprendemos del todo, yo no sería tan rápido para querer contraer una infección de un virus natural”, indicó días pasados Paul Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia y asesor de la Casa Blanca durante la pandemia.