La inflación se habría movido en enero entre 3,5% y 4%, de acuerdo con las previsiones de las consultoras privadas, y el Gobierno apunta a que buena parte de esa cifra tiene mucho que ver con el comportamiento del rubro Alimentos y Bebidas.

Sin poder encontrar la fórmula para revertir esta situación, ahora irá por apuntalar los mecanismos para encorsetar esos incrementos. Siempre según las estimaciones de las consultoras, el segmento de alimentos habría mostrado un incremento de precios cercano al 5% el mes pasado, y esa fue la gota que terminó por colmar la paciencia del Gobierno.

Y como si esto fuera poco, todo indica que durante febrero esta tendencia se repetirá, todo esto en un contexto en el que se sigue apostando fuerte a los programas de control como Precios Cuidados o Cortes Congelados.

«Algunas empresas acuerdan precios pero después incumplen. Esto es un problema. Hoy están cumpliendo mejor las grandes cadenas que las proveedoras de alimentos», dijo el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, y reavivó una discusión que ya viene desde el arranque de la gestión de Alberto Fernández, mucho antes de que Feletti pensara en sumarse al Gobierno.

Y como si esto fuera poco, todo indica que durante febrero esta tendencia se repetirá, todo esto en un contexto en el que se sigue apostando fuerte a los programas de control como Precios Cuidados o Cortes Congelados.

«Algunas empresas acuerdan precios pero después incumplen. Esto es un problema. Hoy están cumpliendo mejor las grandes cadenas que las proveedoras de alimentos», dijo el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, y reavivó una discusión que ya viene desde el arranque de la gestión de Alberto Fernández, mucho antes de que Feletti pensara en sumarse al Gobierno.

A partir de esto, el Gobierno entiende que se deben realizar algunos ajustes. El primer paso en este sentido ya se dio y tiene que ver con el diálogo con las compañías. Se les pide, desde ya, el respeto de los precios acordados, pero además que se cumpla con el normal abastecimiento de los productos.

Del lado de las empresas apuntan que su nivel de cumplimiento con lo pautado es total y que, si se observan faltantes, es porque la alta demanda que tienen estos productos hace justamente que se puedan ver algunas góndolas sin el suministro adecuado.

«No estamos produciendo a un menor ritmo sino que hay una demanda alta, y lógica, de los productos con precios reducidos», sostuvieron desde una alimenticia a El Cronista.

Como parte de este paquete también aparecen las negociaciones con los comercios de proximidad para que se implemente una canasta en esos locales, con cerca de 100 productos.

Aquí se da una discusión similar a la del año pasado, cuando se puso sobre la mesa la problemática que tienen esos comercios para proveerse de la mercadería, ya que compran en los mayoristas, que también manejan los precios acordados.

De este modo, no le dejan margen de ganancia a los pequeños comercios. Durante los próximos días también se avanzará en las negociaciones con los mayoristas para determinar a qué precios venderán esos artículos a los almacenes, que deberían ser más bajos a los acordados para que comercios de cercanía puedan tener un margen de rentabilidad.

Más allá del listado de productos que tienen sus precios bajo la mirada oficial, el Gobierno no pierde de vista a aquellos que no están regulados.

Si bien sobre estos no debería tener ningún tipo de control, sí se les hizo saber a las empresas que se vería con buenos ojos un incremento de precios «moderado» y «con movimientos algunos por debajo de la inflación».

A esto se le debe sumar la preocupación oficial por los alimentos frescos. «Debe haber mayor regulación en los precios de hortalizas y legumbres, que marcarán la suba de precios de enero, ya que aumentaron un 33%».

A tono con esto, en los últimos días se dieron aumentos importantes en productos como la lechuga, el tomate (un alza mayor al 25% en un mes) o los huevos (con movimientos de hasta un 50% en la última semana).

Otra de las cartas que el Gobierno advierte que podría jugar es la de la mayor presión sobre los números de las empresas, de modo de controlar cuál es su margen de ganancia sobre algunos productos, para así poder determinar si los aumentos de los que dispone tienen o no justificación.

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