La alianza circunstancial entre el radicalismo y la Coalición Cívica comenzó a hacerle un juego de pinzas a los tres PRO en disputa interna, el de Mauricio Macri, el de Patricia Bullrich y el de Horacio Rodríguez Larreta. En los últimos meses, el partido comandado por Gerardo Morales y el que se referencia en Elisa Carrió mostraron coincidencias en distintos temas, acercamientos que los dejaron en la vereda de enfrente al macrismo. Ahora, ambos espacios buscarán ganar protagonismo camino al 2023 dentro de la amplia alianza de Juntos por el Cambio, algo que ya se pudo ver gracias a los cuestionamientos a la deuda histórica que contrajo la gestión de Cambiemos o, en el caso de una de esas fuerzas, la intención de quebrar el vínculo momentáneamente pacífico entre la jefa de Propuesta republicana y el jefe de Gobierno.
“Mi decepción es absoluta; no confío en nadie, solo en la Coalición Cívica”, dijo esta semana Carrió y agregó, en relación a la negociación con el Fondo Monetario Internacional, que “era un papelón que quienes contrajeron la deuda no apoyaran el refinanciamiento”, un claro mensaje a sus socios de la alianza. «Yo no me callo más», lanzó en una charla. La dirigenta abandonó el silencio hace tiempo, sobre todo por redes sociales, el medio que eligió para sentar postura sobre determinados temas como el del acuerdo con el organismo de crédito o la guerra en Ucrania. A ella nadie le dijo, ni nadie se anima a decirle, que tiene que quedarse en silencio, fue una elección propia porque se considera una buena vocera de su espacio y eso la llevará a querer ganar peso dentro del armado, ya sea con candidaturas o con poder de decisión.
En años no electorales, Carrió suele tensionar sus coaliciones pero, en este caso puntual, realmente está enojada con el funcionamiento opositor porque varios dirigentes comenzaron a jugar sus proyectos personales muy anticipadamente, en un contexto delicado para el país con problemas urgentes por resolver, más allá de las internas electoralistas.
En los últimos meses, su espacio comenzó a mostrar algunas coincidencias con el radicalismo. Acercamientos que no implican, de momento, una alianza de facto contra el PRO pero que sí, en determinadas circunstancias, los mostraron juntos frente al macrismo. Como jefe del partido de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro tiene vínculo con Morales pero limitado a charlas vinculadas a la mesa nacional. «No sé desde lo personal, pero desde lo político ahora coincidieron», se sostuvo desde el bando del gobernador del norte.
Las coincidencias fueron marcadas y en temas importantes. No sólo la necesidad de facilitar el acuerdo con el FMI, algo que ambos espacios sostuvieron desde el principio, sino también el no levantarse del recinto durante la apertura de sesiones ordinarias, como hizo el macrismo en soledad. En la lista se anota, a su vez, la discusión por el Presupuesto 2022 en donde todos terminaron cediendo ante la propuesta de los halcones pero las heridas no terminaron de cerrar. Es que en el PRO hay dirigentes con posiciones moderadas y razonables pero, en ese caso puntual, la mayoría mostró una inclinación más beligerante.
Desde el Congreso, un diputado PRO analizó que efectivamente se tejió cierto juego en conjunto entre ambos espacios pero «absolutamente circunstancial» porque ambos partidos representan a sectores bien definidos. Otro interpretó que Carrió se empezó a vincular con Morales, de pretensiones presidencialistas, para complicar a Larreta porque «no hizo renunciar a ningún diputado para que entre Fernando Sánchez», desplazado por un acuerdo interno para garantizar la presencia de Ricardo López Murphy en la Cámara Baja. Al ex diputado se le ofreció un cargo Ejecutivo en la Ciudad pero no fue aceptado porque, dijeron cerca de Horacio, la CC prefiere bancas legislativas.
Esta última opción, la de un apriete por la situación de Sánchez, fue descartada desde la Coalición Cívica y desde el larretismo. En el primer sector aclararon, incluso, que Lilita reconoció que en el PRO algunos dirigentes jugaron al “cuanto peor, mejor”, pero no Larreta. Sin embargo, sí le incomoda que el jefe de Gobierno sea «empático» con todo el mundo. Una visión también manejada en la calle Uspallata. Para el círculo íntimo del jefe de Gobierno, Elisa está enojada con Bullrich, porque apuesta a que se rompa todo en la Argentina. Entonces, tensiona para que Horacio tome el discurso del PRO y desplace a la presidenta del partido, que se diferencien.
Esa ruptura no va a llegar porque, se entiende, la postura de Bullrich es minoritaria dentro del armado, algo que ella supuestamente conoce. Entonces, con el tiempo y la diferencia en las encuestas, cederá ante una negociación para bajar su candidatura y acordar con el larretismo. Mientras tanto, no habrá quiebres para garantizar el mantenimiento del núcleo duro macrista.
A Macri, relegado a un rol de armador y líder fuera del territorio, la nueva alianza circunstancial de la UCR y la CC también le dedicó algunos párrafos. Morales no se cansó de decir que el acuerdo con el FMI debía garantizarse porque la deuda fue tomada por Mauricio, casi sin consultarle al resto de las fuerzas políticas, y Carrió remarcó que los responsables del vínculo con el organismo de crédito no podían rechazar el pacto. Hay críticas para todos.