La suba de retenciones de un 31 a un 33% a ciertos subproductos de la soja oficializada el sábado pasado profundiza la tensión entre los productores del sector y el Gobierno por la fuerte presión impositiva que estos sufren más que nada al exportar.
Es por esto que los ruralistas iniciaron una serie de protestas que incluyen «tractorazos» que ya pasaron por Córdoba y todavía tienen planeado manifestarse en Entre Ríos y en la Ciudad de Buenos Aires.
En este contexto, el dinero que el Estado le cobra al sector agropecuario por su producción sigue en aumento: así lo destaca un informe de la Fundación Agropecuaria por el Desarrollo de Argentina (FADA), la cual informó que, de cada 100 pesos que genera el campo, el Gobierno ya se lleva casi 65.
LA PRESIÓN IMPOSITIVA SOBRE EL AGRO EN AUMENTO
El análisis de FADA indica que, en el primer trimestre del año, un promedio del 64,9% de la renta de los productores agropecuarios quedó en manos del Estado en forma de impuestos: esto implica un aumento del 1,7% sobre la presión impositiva al campo en contraste con el anterior período analizado, el cual cerró diciembre en un 63,2%.
¿Qué significa esto? «Que por cada $100 de renta que genera una hectárea, $64,90 se va en impuestos», explica la economista de FADA, Nicolle Pisani Claro.
En cuanto al análisis sector por sector, el informe indica una fuerte presión particular sobre el sector sojero con un 69,9% de participación del Estado en sus ganancias. Por detrás corren el maíz (56,1%), el trigo (58,5%) y el girasol (56,2%).
Cabe resaltar que este índice aún no considera por completo el impacto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, el cual repercute en los valores de los commodities a nivel internacional y -especialmente preocupante para el agro argentino- en la provisión y el valor de los fertilizantes importados del exterior.
Tampoco se considera aún la suba de retenciones a ciertos subproductos de la soja autorizada por el Ejecutivo a raíz de la guerra europea con el fin de sostener el nuevo Fondo Estabilizador del Trigo.
ENTONCES, ¿POR QUÉ AUMENTÓ EL ÍNDICE DE PARTICIPACIÓN ESTATAL EN LAS GANANCIAS DEL AGRO?
Pese a que los commodities han observado una suba de precios a nivel internacional, con valores competitivos para el agro argentino, esto no alcanzó para observar una baja o al menos un mantenimiento del porcentaje de participación del Estado en las ganancias de los productores agropecuarios.
Así lo explica Pisani Claro: «Aún con la importante suba de precios, pesaron más los menores rindes esperados como consecuencia de la sequía, los mayores costos de producción y el atraso del dólar oficial respecto a la inflación, por esto la suba del índice en relación al índice pasado».
Tal como aclara la economista de FADA, este incremento no tiene que ver entonces con una suba de impuestos de forma directa, sino con dos factores distintos: la sequía, la cual obligó a reducir los rendimientos de los principales cultivos -soja, maíz y girasol-, y una suba generalizada de costos.
En cuanto al primer punto, Pisani Claro explica: «Al tener rindes menores (menos toneladas por hectárea), la producción es menor, por lo cual hay menos ingresos por hectárea. Esto hace subir el índice por la participación relativa de los impuestos sobre esta renta».
Respecto al aumento de los costos a la hora de producir, la economista remarca que estos «incrementaron su participación» sobre el total del valor del producto: tomando como ejemplo el costo de la cosecha, este aumentó un 68,4% en pesos en los últimos 12 meses, mientras que el tipo de cambio oficial tan solo lo hizo un 19,3%.
Esto implica que el costo para cosechar aumentó un 41,2% en dólares, «más de lo que subieron los precios internacionales de los granos». Otro ejemplo, el de los fletes, plantea un panorama incluso peor: estos aumentaron un 47,5% en dólares en los últimos 12 meses.
De esta forma, el impacto del tipo de cambio oficial atrasado en cuanto al índice inflacionario se evidencia con fuerza en los sectores exportadores del agro. Así lo explica Natalia Ariño, también economista de FADA: «El tipo de cambio se ha atrasado respecto a la inflación, incrementando los costos de producción al medirlos en dólares, un escenario malo para cualquier actividad exportadora».
El informe explica que un 54% de la hectárea de soja tiene una estructura de costos dolarizada, y si se considera el costo de la tierra, este valor aumenta a un 65%. Por su parte, el maíz tiene costos dolarizados del 58% y el 64% respectivamente.
ENTRE LA GUERRA EN EUROPA Y LA SUBA DE RETENCIONES: PROBLEMAS FUTUROS PARA EL AGRO
Por otro lado, el análisis no deja de lado el impacto futuro que la guerra entre Rusia y Ucrania tendrá sobre el sector agropecuario nacional, además de la suba de retenciones de un 31 a un 33% para ciertos subproductos de la soja como los aceites y las harinas.
El Gobierno oficializó esta última medida el pasado sábado en un polémico decreto publicado en el Boletín Oficial, el cual tiene como objetivo utilizar la ganancia extra de la suba impositiva al agro para sostener el fideicomiso del trigo ante la suba de los precios internacionales del cereal por la guerra en Europa.
Frente a estos dos factores, Natalia Ariño profundizó sobre el impacto directo en la Argentina del conflicto Rusia-Ucrania: el aumento del valor de los fertilizantes, cuyo segundo mayor exportador mundial es Rusia con un 17% del mercado exportador.
Tal como pormenoriza la especialista, compuestos como la UREA sufrieron un incremento del 170% mientras que el PDA observó una suba del 155% en menos de 15 meses a valor dólar.
Por otro lado, los costos de los fitosanitarios también observaron fuertes subas en el último año con incrementos de entre el 50% y el 60%, mientras que los glifosatos aumentaron entre un 140% y 180%.
La guerra en el viejo continente también preocupa al agro nacional por la posible falta de abastecimiento: «La agricultura es muy dependiente de las importaciones de fertilizantes. Esto genera alguna preocupación para la siembra de trigo, que comienza en pocos meses, y la siembra de maíz que comienza a partir de septiembre. Si bien todos los cultivos requieren fertilizantes, estos son los dos que más demandan», explica Ariño.
Cabe resaltar que, en el 2020, la Argentina importó el 61% de la oferta doméstica de fertilizantes nitrogenados y el 79% de los fosfatados.
Además, observando la cadena de abastecimiento internacional, también se debe tener en cuenta de que Rusia no sólo exporta fertilizantes, sino también la materia prima necesaria para que otros países los fabriquen, por lo que el suministro a nivel internacional puede verse fuertemente afectado.
La UREA también tiene como uno de sus principales costos al gas, «cuyo precio internacional ha subido sustancialmente y también hay dudas por el abastecimiento», indica el informe.
Y, finalmente, se deben tener en cuenta las restricciones a las exportaciones de fertilizantes que algunos países establecieron para sostener la demanda doméstica.
El otro problema que preocupa a los productores agropecuarios argentinos y que tiene al sector movilizándose por todo el país es la suba a las retenciones -derechos de exportación (DEX)- de la harina y el aceite de soja de un 31 a un 33%.
Tal como indican desde FADA, esta medida no impactará de forma impositiva en las ganancias del productor, sino «a través de un menor precio percibido por la soja»: esto se debe a que el grano de soja ya tiene un DEX del 33% previamente establecido.
«Con la suba de la alícuota a los subproductos, la industria tendrá menor poder de compra, por lo que podrá pagar menos por el grano», explica Ariño, agregando que se estima una baja de u$s 15 por tonelada en el poder de compra del productor, por lo que «es de esperar que, en promedio, el precio pagado al productor baje alrededor de este número».