“Siempre uno vuelve al lugar en el que fue feliz. Y fui feliz cuando era pequeño y me acuerdo cuando nadaba en el río y cuando pescaba”. La expresión de Policarpo Zerpa guía de alguna manera el proyecto de viviendas sociales que tendrá a su cargo a partir de una visión más apegada a la idiosincrasia del Pueblo Wichí. El proyecto cuenta con el apoyo del Colegio de Arquitectos que prevé la firma de un convenio con el gobierno provincial.
Zerpa es arquitecto, y nació hace 35 años en la comunidad wichí San Felipe en la banda sur del departamento Rivadavia. Su nombre originario es Reno. Vivió en la comunidad que aún hoy es asediada por los extremos que oscilan entre las inundaciones y las sequías, con caminos muchas veces intransitables.
“Me crié con mis abuelos maternos y el cacique”, contó al ser consultado por Salta/12. Hasta los 6 años vivió en la comunidad pero “mi papá pidió que me dejen ir con él para conseguir un futuro mejor… y entre ellos (sus abuelos y el cacique) decidieron que era mejor irme a la ciudad con mi papá”. Contó que su padre era miembro del Pueblo Kolla Kolla pero vivía en San Salvador de Jujuy, capital de la vecina provincia. Mientras su mamá, quien lo tuvo muy joven, se había ido a vivir con su hermana para poder trabajar.
“Me fui con mi papá que ya tenía esposa y otra familia”, contó. Entonces inició el primario. “Hubo un tiempo que era callado porque estaba acostumbrado a hablar el idioma”, recordó, al describir una de las dificultades de las infancias originarias cuando asisten a las escuelas. Y afirmó que se debe entender que la gente wichí “es alegre y entre ellos hacen chistes”, y muchas veces su silencio se debe a la falta de conocimiento cabal del castellano.
Su madre volvió a buscarlo a San Felipe y al no encontrarlo “sintió bronca porque entendió que le habían quitado a su hijo”. Fue, lo buscó, y se quedó con él. “Yo tenía todo con mi papá en sentido de lo material. Pero no afecto. Y con mi mamá ganó lo afectivo”, afirmó.
Los recursos limitados para ir a la escuela se resumían en “un cuadernito Rivadavia, un lápiz y una bolsa”.
Pasó el primario y comenzó la escuela secundaria en una escuela técnica con orientación en Maestro Mayor de Obra. “Fue una hazaña porque no tenía tablero, regla, ni lápices. Pero sí tenía amigos que se solidarizaban” y le prestaban l os instrumentos necesarios para realizar los trabajos.
Logró recibirse del secundario aunque al quedar con dos materias libres, se retrasó en recibir el título analítico para iniciar sus estudios superiores. “Ahora llegaba lo imposible”, manifestó al rememorar su decisión que, sabía, implicaba un desafío «porque me decían que no iba a poder».
Vino con su madre a la ciudad de Salta, en donde vivió con su tía. «Fuimos a tocar todas las puertas posibles”. Entre las respuestas hubo una de la secretaria de un senador provincial conocido de la zona que “se me río en la cara porque me decía: ‘mi hija no puede estudiar en la Católica, y vos vas a estudiar en la Católica”. En su andar por oficinas y la ciudad en búsqueda de una respuesta “hasta se me salió el clavo de la suela y terminé caminando descalzo”.
Un amigo de su madre era abogado, y fue finalmente quien logró gestionar algunos contactos para permitirle acceder a los beneficios necesarios con la solvencia de los estudios desde el Instituto Provincial de Pueblos Indígenas (IPPIS).
Ingresó tarde a la carrera que se dictaba en la Universidad Católica de Salta, y luego quedó libre en algunas materias. «Pero yo asistía a las clases como si fuera regular y hacía todas las actividades», afirmó. Empezó la carrera en 2006 y cursó unos años pero en un momento perdió la beca que había conseguido por lo que, aunque tenía su tema de tesis resuelto, debía rendir aún 8 finales. «Trabajaba para pagar la matrícula y rendía libre», contó al explicar por qué se demoró en terminar los estudios, que culminaron con su tesis sobre: «Reinterpretación de viviendas orgánicas de comunidad aborígenes».
Diseñar desde la experiencia
Zerpa dijo que por el conocimiento que tiene por la propia experiencia, y que volcó en su tesis, la iniciativa que se propone llevar adelante de ahora en más es un «proyecto piloto».
Al explicar su forma de diseñar, indicó que lo que hizo fue tomar «el modelo de distintas tipologías de viviendas orgánicas en distintos lugares del mundo con agricultura sustentable y la idea de volver a lo esencial». Esto implica «fijarnos en la naturaleza que es perfecta», y de allí proponer. «Yo puedo entender en concepto de vivienda desde lo wichí. Pues hay criterios de una vivienda como la que crean mis colegas que tienen un comedor o un living, pero que a veces no se adaptan a la mirada de las comunidades. A lo sumo se va a coincidir en que la vivienda debe ser de confort para dormir o leer».
Las viviendas, que serán de emergencia, «podrán armarse entre una semana y 12 días», a través de un trabajo comunitario, con un sistema «liviano, cómodo y eficiente. Por primera vez la iniciativa implica que se pregunte a personas del Pueblo Wichí qué quieren tener».
El proyecto en cuestión fue dado a conocer en un comunicado del Colegio de Arquitectos de Salta (CAS), tras las reuniones que se mantuvieron con funcionarios de la provincia para conocer la iniciativa elevada por Zerpa.
«Las unidades están pensadas para cumplir con las necesidades y corresponder con las características culturales y de idiosincrasia de quienes viven en la zona, teniendo en cuenta además los materiales de edificación naturales disponibles, y los conceptos de sustentabilidad y eficiencia energética», indica el comunicado de la institución.
El vicepresidente del CAS, Diego Ceballos, aseveró que “la investigación y el trabajo del arquitecto Zerpa es muy importante, porque también puede adaptarse a las necesidades de otras comunidades que viven en el interior de la provincia y requieren viviendas sociales que no les hagan perder su identidad cultural”.
A su vez destacó la importancia de las tareas realizadas por el equipo que trabajo en la Delegación de Asuntos Indígenas de la provincia para acompañar el proyecto y la posible aplicación. El presidente de la entidad, Gustavo Giachero, concluyó que el paradigma puede aplicarse a futuro en otras obras que garanticen los servicios esenciales de educación y salud.
En la reunión, el delegado de Asuntos Indígenas, Marcelo Córdova, en tanto, agregó que las construcciones se realizarían a través de la dependencia a su cargo debido a que los materiales de construcción varían respecto de los utilizados por el IPV (Instituto Provincial de la Vivienda). “Es un proyecto muy importante que queremos concretar para brindar soluciones eficientes y concretas”, aseveró.