Mientras el gobierno de la provincia de Salta intenta llegar con una herramienta que ayude y califique a los que por distintas razones no han podido consolidarse académicamente, aparecen haciéndole la Cruz y tachando con una Raya a ese proyecto el ing. Felipe Biella y el concejal, José Gauffin, buscando una excelencia académica que solamente figura en sus pitagóricas mentes.

Es un dato de la realidad que la sociedad argentina está en su mayoría tallada a mano, una forma de decir para significar que los argentinos y salteños particularmente viven más de los oficios que de los títulos universitarios. Se podrá decir que esta realidad es causa de malas políticas educativas aplicadas desde décadas atrás, pero justamente, la gestión de Gustavo Sáenz advirtiendo esta situación se propone dar un paso adelante cualitativo poniendo a disposición la primera Universidad Provincial Tecnológica de Oficios, cosa que a los nombrados parece provocarles culebrilla.

La voz cantante en favor de profesionalizar a los laburantes, por así decirlo, la personalizó la diputada provincial, Patricia Hucena, quien trató en un programa de obturar esos cráneos para que pudieran procesar la idea, pero al parecer sin éxito alguno.

Para la diputada Hucena, resulta no sólo una necesidad, sino toda una innovación la creación de esta Universidad Provincial Tecnológica de Oficios, ya que se trata de incorporar al patrimonio del conocimiento de Salta nada menos que una casa de estudios donde quienes tienen la vocación instrumental del oficio puedan titularse, lo cual de suyo, les otorga un valor agregado frente a miles que hoy trabajan en un mercado informal del oficio, lo que en el lenguaje vulgar se diría “están hecho a dedo”.

Aquí es donde el dúo Biella-Gauffín demuestran no tener dedos de guitarrero porque improvisan un discurso tan insustancial como la sopa de caracol, afirmando una idea peregrina como decir que el presupuesto que se destinaría a esta Universidad podría o debería servir para apoyar a los jóvenes que ingresan a las universidades y no egresan. Para ellos, con ese dinero se podría retenerlos en el sistema y ayudarlos a llegar al título.

No se comprende muy bien cómo se podría hacer esto ya que las estadísticas demuestran que un alto porcentaje de fallidos en el sistema universitario resultan a causa de su poca formación académica y lógicamente, como lo que escuela no da, salamanca no presta, termina siendo imposible acceder al título universitario, obviamente.

En el contrapunto, Hucena, rebate este argumento diciendo que esta Universidad de Oficios respondería a un imperativo de justicia social ya que tiende a fomentar la igualdad de oportunidades dándole un valor agregado al oficio como es la titulación.

Está bien que cualquier dibujo, incluso social se puede dibujar en un tablero a 62 grados de inclinación, pero pareciera que el dúo Biella-Gauffin la diagnostican a 33 grados de graduación alcohólica, ya que sus argumentos se evaporan apenas les da un poco el aire. Para retener alumnos en el sistema universitario habría antes que cambiar las bases curriculares del primario y secundario y eso hoy es tan imposible como que ellos vuelvan a ganar una elección.

La Universidad Universidad Provincial Tecnológica de Oficios es una apuesta federal ya que sus aulas estarán ubicadas en puntos estratégicos de la provincia abordando el dictado de materias relativas a la producción, materiales y necesidades de la zona. Es sin duda un lanzamiento revolucionario en materia de formación profesional en oficios.

Sólo con navegar por Internet se puede comprobar que las profesiones académicas marchan hacia un reemplazo tecnológico y profesionales como Biella-Gauffin son candidatos no a la próxima elección sino a reconvertirse en alguna otra cosa ya que hoy una computadora diseña, calcula y hermosea en tiempo récord un paisaje o un edificio ¿Para qué querrían a un arquitecto o a un ingeniero?

En cambio un profesional del oficio es irremplazable porque una máquina no podrá cambiar un cuerito de una canilla ni cablear una vivienda. No imaginamos un ordenador cortando el cabello ni mucho menos haciendo repostería. En esta simple verdad concluye el proyecto de la Universidad de los Oficios para Salta, “aunque algunos se rasquen con un marlo”, como dice el dicho popular.

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