El juicio parcial por el femicidio de Agustina Nieto (22) comenzó este lunes con los testimonios de familiares de la joven, quienes señalaron como posible móvil de su asesinato un ajuste de cuentas narco por la sustracción de pasta base. Mencionaron el sobrenombre de un «transa» que sería un policía y podría estar involucrado. En este proceso hay un solo acusado, Joaquín «Gololo» Viñabal; se le atribuye haber participado del crimen con dos o más personas. Además hay dos perfiles genéticos de posibles implicados que permanecen sin identificar.
Los testimonios expusieron la problemática de las adicciones en los barrios, en este caso de la zona sudeste de la ciudad de Salta, y los lugares conocidos por lxs vecinxs que funcionan como aguantadero de jóvenes que consumen estupefacientes y donde también se comercia, a sabiendas de, o con complicidad, de la propia policía. En ese marco, Agustina, una joven vulnerable que hacía intentos por rehabilitarse, fue asesinada y su cuerpo fue dejado en una casa abandonada que funciona como «aguantadero», ubicada entre los barrios San Benito y San Ignacio.
La primera en declarar ayer fue la hermana de la víctima, Daniela Nieto, quien una condena justa. Tanto ella como sus otrxs hermanxs contaron que la Brigada de Investigaciones les informó del hallazgo del cuerpo entre la cero hora y la 1 de la madrugada del domingo 10 de noviembre de 2018. “Me dijeron que me iban a mostrar una foto. Era borrosa pero la podía reconocer, era Agustina”, recordó.
Daniela dijo que la última vez que vio a su hermana fue el miércoles, entre las 15 o 16, de esa semana, cuando salió de su casa y no regresó más. Explicó que la joven vivía en el barrio San Luis con su bebé de un año y con otra hermana, pero que solía ir a quedarse algunos días en su domicilio en San Ignacio, donde residían ella como otro hermano. “Ella llegó a mi casa un martes» y dijo que «venía a quedarse». «Estuvo un día, el miércoles se cambió, me dijo que ya volvía, me pidió una tarjeta de Saeta, le dije que no tenía”, recordó.
Daniela señaló que Agustina tenía problemas de adicciones y consumía “por temporadas (…) había momentos en que estaba lúcida y otros en los que recaía», tenían que buscarla, lo que hacía su hermano. Indicó que la joven tenía una amiga de la infancia, B.A., “con la que compartía el tema de las drogas”, tanto ella como otros familiares consideraron que esta joven podría tener más información sobre el femicidio.
Daniela también recordó que unas dos horas después de que Agustina saliera ese día, la fue a buscar otra amiga, K., quien le refirió que la joven le había dicho que estaría en la casa.
Debido a la adicción, en aquel momento Daniela le manejaba la tarjeta de la Asignación Universal por Hijo de su bebé, «ella me la dio porque no quería gastarse la plata», contó. Añadió que no le daban dinero y si necesitaba algo se lo compraban. Señaló que la joven no les decía cómo solventaba su adicción y ella vio que «a veces vendía la ropa o la intercambiaba».
Daniela agregó que después del femicidio otros jóvenes con adicciones les dijeron que la joven había sustraido droga y que «seguramente había sido el transa» el que la mató. «Fue lo que nos dijeron a nosotros, que Agustina había estado repartiendo, que compartió con ellos, e incluso tenía dinero, porque había comprado unos vinos». Recordó que estos jóvenes le dijeron: “le reventó un canuto a un transa y por eso la mataron”.
«Dicen que la droga estaba escondida en una casa del barrio San Francisco Solá o Norte Grande. Que (otras dos mujeres) sabían donde estaba la droga pero no se animaban a sacarla, que la saca Agustina», relató.
Luego del femicidio, lxs hermanxs de Agustina recorrieron los lugares que ella frecuentaba para consumir drogas, tratando de obtener datos que los llevaran a los responsables de su muerte. Uno de esos sitios era conocido como «El Rancherío», en Norte Grande. «Los fines de semana en que se hacen partidos en la canchas de la vera del río, preguntando a los chicos sobre posibles personas que vendían en la zona, hablaron de uno que vende atrás de la guardería del barrio Francisco Solano y de otro al que le dicen Chío«, relató Daniela. Este último sería «policía» y le dijeron que reside de Villa Juanita.
Daniela Nieto dijo que estaban intentando averiguar a quiénes Agustina podría «haberle robado esa droga». «Los investigadores nos dijeron que debíamos dejarlos que ellos trabajen porque podíamos entorpecer la situación».
Luego declaró el hermano de Agustina, Miguel Nieto, quien reclamó “Justicia». Relató que siempre tenían temor cuando su hermana salía, pero nunca esperaron que la asesinaran. Contó que Agustina «era amiguera», que «andaba para todos lados» con su amiga B.A., que también consumía drogas, y que últimamente la frecuentaba otra chica. La segunda, fue testigo en la causa y es una de las últimas personas que la vio con vida, antes de que la asesinaran, ya que dijo que estuvo en el aguantadero donde la hallaron y que Agustina se había quedado con Viñabal y Abel Chavarría, sobreseído por «retraso mental leve».
Miguel Nieto contó que solía salir buscar a Agustina en los aguantaderos, donde se reunía con otrxs chicxs a consumir. Señaó, entre otros lugares, Norte Grande, «donde está el Gauchito Gil», y otro aguantadero en el barrio La Fraternidad. Dijo que no sabía que iba al de San Benito, donde fue hallada asesinada, pero que siempre supo que esa casa abandonada era un aguantadero.
Otra hermana de Agustina,María Nieto, relató llorando que su hermano le informó del femicidio. Agustina vivía con ella en el barrio San Luis y hoy es quien tiene a cargo la tutela de su hijo que ya tiene 5 años. Ante preguntas de la Fiscalía, dijo que el progenitor del niño «nunca estuvo presente» en la crianza.
Relató que sabía de la problemática de adicciones de su hermana y que «no la veía en esas condiciones muy seguido. Ella salía y volvía cuando ya estaba sana. A veces se iba por días», contó, y dijo que desconocía a quién le compraba la droga ni con qué dinero.
La banda de Los Poseídos
Un primo de Agustina declaró que se sabe donde están los aguantaderos. Del de San Benito, dijo que «todos saben cómo funciona eso. Ahí se agrupan y consumen sustancias o comercian». Refirió otro lugar, “La Casilla”, cerca del Parque de la Familia, y por Norte Grande, en la zona de proxima del río, «también se dice que se vende pasta base y donde están adictos y los que la comercian, narcos».
El testigo dijo que por adolescentes adictos sabe que su prima «le sustrajo sustancias a un narco y la había repartido entre chicos de la barriada». «Agustina les había dado la sustancia y les había advertido que después la cuiden. A sabiendas de que alguna represalia podía recibir», relató.
«Lo que sé es que sustrajo esa cantidad, fue al barrio, y luego la ultimaron», dijo el primo. Y aseguró que una amiga de Agustina, B., “sabe todo”, pero no declaró. También mencionó a otra mujer que formaría parte «del entramado que comerciaba sustancias» y a un supuesto policía “Chío”, sobre el que dijo que escuchó qye «vivía en 20 de Junio, pero iba a Norte grande y coordinaba la venta».
La Fiscalía consultó por dos bandas conocidas como «Los Unicornios«, de Norte Grande, y «Los Poseídos», de San Benito. Viñabal integraría esta última.
También testificóla mujer que encontró el cuerpo de Agustina cuando buscaba sus pertenencias que le habían robado antes. «Salí a los gritos, los vecinos dicen que se escuchó en toda la cuadra», recordó. Dijo que le contó del hallazgo a su vecina que antes le había señalado ese lugar y a otro vecino a quien le pidió que llamara a la policía.
«Estaba acostada boca arriba, las piernas encogidas, el pantalón de las rodillas para abajo. No logré verle la ropa interior. Tenía una sola zapatilla. Arriba tenía una campera oscura, pero solo puesta en las mangas, estaba abierta, con los senos descubiertos», dijo la mujer, también indicó que la joven tenía «el cuerpo quemado».
El oficial de policía,Adrian Alejandro Romero, refirió que fueron alertados por el 911, porque una vecina dijo «sentir olores nauseabundos en una casa deshabitada, en una construcción a medio terminar, con grandes malezas». Si bien él se quedó afuera, este policía también dijo que la joven «estaba boca arriba y desnuda». Añadió que sabía por vecinos que allí «ingresaba gente que era adicta, a consumir más que nada», de los barrios «San Ignacio y San Benito».
Respecto a Los Poseídos, recordó que el personal de drogas tenía «una base de datos», con nombres y que el año pasado «hubo un allanamiento grande contra la banda, que vendían además de consumir». Mencionó algunos nombres, y también se refirió a Viñabal aunque no lo reconoció en la audiencia. Dijo que en 2020 «lo vio demorado en el sector 6a con muchos golpes en la cara. En noviembre o diciembre», por «una contravención». Detalló que la banda «es de 20 o 30 personas», y que el aguantadero era un lugar «conflictivo, en los fines de semana era lugar de consumo, incidentes, punto crítico de robos».
Los familiares pidieron que el juicio se desarrolle en una sala más amplia para poder presenciar las audiencias, y también que se retransmita. El juez a cargo del caso, Federico Diez, estuvo denunciado por violencia de género.