Mucho podremos hablar del oro como reserva de valor a lo largo de la historia. Un metal que ha sido fiel a su rol más importante: ser reserva de valor. Enfatizando las palabras de hace 110 años de JP Morgan: “El oro es dinero. Todo lo demás, crédito”. Esta frase mantiene su validez simplemente mirando su precio en los últimos 22 años.

Desde la crisis de los 2000, la famosa burbuja creada por las punto.com, el oro ha vivido una senda alcista cercana a 700% en promedio. Si tomamos en cuenta que en el año 2000 el precio de la onza rondaba los US$ 265. Actualmente la onza ronda los US$ 1.820 ya que viene de una caída desde marzo donde tocó su pico histórico de US$ 2.078.

Su leve volatilidad, si la comparamos con otros mercados, ha provocado que pase a un piso de US$ 1.785. Desde inicios de la guerra en Europa tuvo una caída mayor a 10%.

Pocas inversiones gozan de tal vigencia a lo largo del tiempo. Pero desde el incremento de la volatilidad internacional, el oro silenciosamente ha empezado a operar cada vez más volumen.

Desde 2020 las operaciones del metal precioso se han disparado y no sólo en el mercado financiero sino que también los bancos centrales han salido a comprar oro físico.

Mientras el mercado accionario y el más reciente mundo de las criptomonedas están sufriendo un fuerte revés, el oro con su escasa volatilidad a la baja se muestra como un activo de bajo riesgo quedando evidenciado mediante el aumento del volumen de operaciones de los últimos meses.

Con el contexto de alta inflación global, las monedas emitidas por los bancos centrales más importantes del mundo pierden poder de compra y el oro se transforma automáticamente en la reserva de valor más conocida y más segura para incorporar a las carteras.

Los bancos centrales, que fueron creados para estabilizar las economías en materia de precios y crecimiento, hoy se encuentran en una difícil situación ya que las inflaciones se encuentran en los peores niveles en 30 años.

Las autoridades monetarias deben salir a estabilizar la macro con aumentos de tasas que muestran efectos colaterales en las debilidades del mercado accionario. Perdiendo las empresas  y los inversores minoristas miles de millones de dólares por la caída de los valores de mercado.

Los bancos centrales salieron a comprar miles de millones de dólares en activos financieros que hoy salen a vender de manera sistemática para aumentar las tasas de sus bonos, en un mercado global donde reina el nerviosismo.

Por su parte, la estanflación empeora todo y aparece la amenaza de una complicación más severa.  

Andrew Bailey, gobernador del BoE (Banco de Inglaterra, por sus siglas en inglés), sostiene que una política monetaria basada en Inflation Targeting puede convertirse en un error de política económica. Cuando el verdadero error fue imprimir demasiado dinero para hacer frente a la crisis del Covid con déficits fiscales que hoy siguen siendo altos.

El oro se encuentra en una situación interesante como un activo de bajo riesgo en momentos de altísima volatilidad.

Si tenemos en cuenta el índice de volatilidad (VIX), que viene en franco ascenso desde 2017 y que, desde abril de 2021 la situación se ha tornado vertiginosa, el mercado financiero estaba creciendo bajo supuestos bastantes débiles que hoy se demuestran con un nivel en el S&P 500 muy parecidos a principios de 2021.

El oro vuelve a resonar de forma aguda para las dañadas carteras del sector privado.

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