Mucho se debate si el acuerdo alcanzado con el FMI es “bueno” o “malo”, si condiciona o no el crecimiento económico y hasta cuestiones de soberanía política o económica, pero es importante indagar cómo evalúa el propio organismo la “sostenibilidad” de la deuda de los países. Parte de la literatura especializada describe dicha tarea como una “Misión Imposible”. 

El FMI, al igual que Tom Cruise en su papel de Ethan Hunt, un agente de la ficticia “fuerza de misión imposible” (IMF, por sus siglas en inglés, al igual que el organismo internacional: Internacional Monetary Fund) desempeña una tarea crítica y dificultosa. 

  • Crítica, porque las deudas insostenibles a menudo culminan en crisis macroeconómicas con una combinación de default, alta inflación y un sistema financiero deteriorado que afectan al crecimiento económico. 
  • Dificultosa, porque la sostenibilidad está ligada a la solvencia, que es la capacidad del gobierno de cumplir con todas sus obligaciones actuales y futuras. Es un concepto prospectivo, y evaluarlo equivale a hacer una predicción sobre ese futuro, incierto.

La dificultad subyace a la imposibilidad de los seres humanos de “adivinar” o predecir el futuro, adicionando además periodos de tiempo muy largos, donde los supuestos condicionan los resultados, con la complejidad extra, en el caso de los análisis realizados por el FMI, de realizarse en momentos de estrés financiero, cuando las políticas fiscales ya no son sostenibles. 

En ese momento se reconoce la necesidad de cambios y buscar algún camino alternativo de políticas factibles que podrían asegurar que la deuda sea sostenible con cierta probabilidad.

Algunos autores se preguntan: ¿por qué Japón sostiene una deuda del 200% de su PIB mientras que Ucrania tuvo un default con un nivel del 30% del PIB? Esto evidencia que no solo implica un análisis de solvencia del resultado primario, sino que existen distintos motivos para lo cual la respuesta puede ir variando. 

La sostenibilidad de la deuda no se traslada fácilmente a indicadores operativos. No es solo solvencia fiscal. Además, el pago de la deuda es el resultado de una decisión estratégica, que resulta de un análisis de costo – beneficio. Podemos hacer el ejercicio sobre la “capacidad de pago” de los países, ¿pero podemos evaluar con la misma precisión la “voluntad de pago de los países”? 

Los gobiernos a veces no pagan porque no pueden, y otras tantas porque deciden no hacerlo. Por lo tanto, los mercados siempre pueden cuestionar el compromiso de los gobiernos para hacer frente a sus obligaciones financieras. 

Tercero, la incertidumbre en torno a la evolución de la deuda pública es difícil de modelar. 

Cuarto, no todas las deudas tienen el mismo origen: su composición, la moneda o el tipo de estructura de vencimiento afectan la exposición a riesgos de reinversión y liquidez, que muchas veces si terminan en problemas de insolvencia. 

Quinto, y tal vez lo más relevante, la sostenibilidad de la deuda está íntimamente relacionada con la credibilidad. Las economías creíbles pueden adoptar una definición más débil de sostenibilidad evitando graves costos económicos, políticos y sociales inherentes a las definiciones estrictas de solvencia.

Los excesivos aumentos de deuda en economías avanzadas post crisis 2008 pusieron a la sostenibilidad a la vanguardia de las discusiones. Esto llevo al FMI a mejorar y modernizar el marco de análisis, incorporando nuevas herramientas basado en riesgos. ¿Soportará el modelo las decisiones de política económica implementadas en la mayoría de los países para paliar las consecuencias económicas de la pandemia y de las cuarentenas implementadas?

La calidad de las evaluaciones depende en gran medida de las proyecciones macroeconómicas, como los pronósticos de crecimiento, la respuesta a shocks o condiciones externas, incluyendo la perspectiva de los mercados financieros y el impacto de las medidas fiscales adoptadas. 

El desempeño del FMI ha demostrado debilidades significativas en ese aspecto, especialmente para economías en crisis, con un marcado exceso de optimismo en las tasas de crecimiento proyectadas, impactando de manera muy perjudicial en la relación deuda/PIB agravando el problema.

La estabilidad de precios, un bajo desempleo, un crecimiento poco volátil y la sostenibilidad de la deuda son atributos esenciales de buenas políticas macroeconómicas. 

La sostenibilidad de la deuda es una condición necesaria pero no suficiente para lograr el resto de los objetivos, cuya evaluación, al igual que el papel de Tom Cruise, es de una “misión imposible”, pero de vital importancia para los hacedores de política, inversores, y analistas.

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