El secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein, afirmó que el plan gradual que lleva adelante el Gobierno -que tiene como eje la reducción del déficit fiscal y la acumulación de reservas- va «en la dirección correcta», al tiempo que se manifestó en contra de la posibilidad de implementar un programa de shock que podría significar «altos riesgos» para la economía.

«Nuestros dos pilares de trabajo son bajar el déficit fiscal y acumular reservas. No se puede liberar el cepo ahora, eso implica altos riesgos. Se necesitan US$ 20.000 millones para enfrentar al mercado, por lo tanto tenemos que tener controles que funcionen bien», señaló Rubinstein esta tarde al participar de un encuentro organizado por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).

«Devaluar, si lo haces, tenés que hacerlo sabiendo que te va a salir bien. Si te sale mal, es un Rodrigazo», sostuvo el viceministro de Economía al salir al salir al cruce de planteos que -según sus palabras- se formulan desde la «clase política en general», en la que incluyó a «oficialistas y opositores».

El plan económico va en la «dirección correcta, aunque el camino es sinuoso porque no sabemos adónde podemos llegar, porque entre otras cuestiones, el desequilibrio monetario nos juega una mala pasada», dijo el funcionario.

El pedido de una política económica de shock, formulado también por economistas de distintas tendencias, contempla la implementación de una fuerte devaluación de la moneda, entre otras cuestiones.

  • El Rodrigazo, que lleva ese nombre porque fue instrumentado por el entonces ministro de Economía Celestino Rodrigo, fue aplicado a mediados de 1975 durante el gobierno de Isabel Perón y consistió en una fuerte devaluación del peso, aumentos de tarifas de servicios públicos y en los precios de los combustibles de más del 100%, a lo que se sumó un tope a las negociaciones salariales.
  • La puesta en marcha de ese plan de shock, que resultó fallido, inauguró una etapa de alta inflación e hiperinflación.

Rubinstein dijo que en general «no hay conciencia política para restringir el gasto» y que por eso «va a ser difícil cumplir el Presupuesto del año que viene».

«Nadie quiere ser el tonto de la película, es una lucha política complicada porque no hay conciencia para restringir el gasto. La demanda es que primero se gaste y luego se ve cómo se financia», señaló.

En lo que respecta al rol de las empresas en este escenario inflacionario, volvió a repetir algo que señaló hace dos semanas cuando participó de una reunión en el Senado en la que se analizó el Presupuesto 2023: las empresas «tienen ganancias más altas que las normales».

«Están atrasados el dólar, los salarios y las tarifas. Lo que están adelantados son los márgenes brutos empresariales por el desorden de las restricciones cambiarias», dijo Rubinstein.

Tras lo cual señaló que esto sucede porque «algunas empresas saben que les van a convalidar los precios, porque no tienen competencia».

  • Rubinstein instó a recuperar los resultados que se lograron durante la presidencia de Néstor Kirchner, cuando formó parte del equipo económico que lideró Roberto Lavagna.

«Hubo una época que teníamos 3% de superávit fiscal, US$ 40.000 millones de reservas y una inflación del 5% anual, sin control de precios y con un mercado único en el que se podían comprar hasta US$ 2 millones por mes. Esa economía funcionaba muy bien y el gobierno ganaba elecciones con tranquilidad», recordó.

Dijo que de «esa macroeconomía nos apartamos completamente y es para pegarse un tiro. Me propuse como idea personal ir en esa dirección y encontré receptividad en el ministro (de Economía, Sergio) Massa».

Respecto al reciente lanzamiento del Programa Precios Justos, precisó que «la idea es bajar al 4% la inflación mensual, porque pensar en un 60% para el año que viene es mejor que el 100% de este año. Por eso defiendo el programa aunque hubiese querido algo más profundo».

«Tenemos que tener controles que funcionen bien, por eso el mecanismo del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), cuyos responsables están haciendo un trabajo enorme para no afectar la producción, sabiendo que hay algunas empresas que se sobreestoquearon por ocho años«, subrayó Rubinstein.

En otro pasaje de su presentación, destacó la necesidad de bajar el déficit fiscal «no porque lo pide el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino porque no lo podemos financiar».

El viceministro, por último, se mostró optimista en cuanto al ingreso de fondos frescos para fortalecer las reservas.

«Esperamos ingresos adicionales de organismos internacionales para comprar los dólares perdidos en octubre», señaló. De hecho, adelantó que las reuniones con los directivos del FMI que están en el país auditando los compromisos fiscales «marchan bien pero siempre son difíciles».

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