Las escenas son fáciles de resumir: largas filas; padres y madres que duermen en la vereda de un colegio con el objetivo de inscribir a sus hijos en algunas de las vacantes que quedan en un colegio público; reposeras, mates y canastas que ayudan en la larga espera y tensión por la incertidumbre si se quedaran o no con esas vacantes.
El escenario de ayer y hoy por la madrugada fue la Escuela Normal, pero pronto podría ser cualquier otra. Si es de las más prestigiadas, más aún. Resulta que la combinación de crisis económica e incremento incesante de las cuotas de colegios privados generan las condiciones de posibilidad para que se repita lo señalado.