Mientras el presidente Alberto Fernández sigue en un estado de cavilación, el reloj corre de forma acelerada para el peronismo de cara a las elecciones del año que viene. La mesa política que sus socios del Frente de Todos le vienen reclamando de manera insistente, y él no convoca, ya se está desarrollando de hecho y la líder es la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. En el entorno de la vice aseguran que la responsabilidad de convocarla sigue siendo de Fernández, pero mientras tanto ella se va reuniendo con distintos sectores, no sólo de la provincia de Buenos Aires, como venía ocurriendo, sino también en el plano nacional. Uno de esos sectores es justamente, uno de los más cercanos al propio Presidente: el Movimiento Evita. «De seguir así, el único que quedará fuera de esa mesa es él», dicen desde sectores que se identifican con CFK.
Desde el Evita, al igual que desde otros espacios como el de «los gordos» de la CGT y algunos intendentes y gobernadores, al principio del gobierno de Fernández se ilusionaron con que el mandatario iba a poder aglutinar y liderar un espacio de «peronistas no kirchneristas» con posturas más «moderadas» que La Cámpora y lejos de la vicepresidenta, con quien nunca simpatizaron. Algunos de ellos hasta llegaron a ponerle nombres como «peronismo territorial» o «albertismo». Lo cierto es que, por más que varios referentes de ese sector lo incentivaban, el Presidente nunca rompió con CFK o La Cámpora, pero, a la vez, tampoco hizo lo que desde ese sector querían o aconsejaban. Eso generó una situación extraña dentro del FdT que, fundamentalmente, provocó mucha desilusión por parte de los sectores que creyeron ver en Fernández su líder.
Ferraresi y Zabaleta abrieron el camino
La sangría comenzó de a poco. Primero se comenzó a desarticular la «mesa política» que el Presidente tuvo durante las elecciones del año pasado. Ministros que formaban parte de ella, como el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta –que en ese momento era ministro de Desarrollo– y el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi –que estaba al frente de la cartera de Desarrollo Territorial y Hábitat–, se fueron de su lado.
Primero Ferraresi se mostró con CFK en un acto que hizo en junio en Avellaneda. Allí la vicepresidenta dijo que «ganar la elección para no cambiar nada, mejor quedarse en la casa», y el ministro demostró que nunca había perdido su lealtad hacia el kirchnerismo. De forma paralela se conoció que Zabaleta tenía intención de abandonar el gabinete para volver a su municipio –algo que finalmente hizo– y que había tenido encuentros con CFK y Máximo Kirchner.
El turno de Rossi y Katopodis
Otro funcionario que estaba muy próximo a Fernández y que en los últimos días mostró un cambio de postura fue el titular de la AFI, Agustín Rossi. Él sostuvo que «tenemos el liderazgo de Cristina Kirchner. No hay otra dirigente política de esa jerarquía en la Argentina». Gabriel Katopodis, que también formaba parte de la mesa chica del mandatario, no sólo fue al acto de CFK en el Estadio Único, sino que luego fue a la cena que se hizo en la residencia del gobernador Axel Kicillof con ella.
Este domingo, Katopodis también reconoció la centralidad de CFK al señalar que «hay que ir armando el equipo de atrás para adelante. El planteo de CFK tuvo que ver con eso, con la necesidad de ampliar, de que el Estadio Único sea el patio de las Palmeras que nos tiene que servir para salir de cara a la sociedad, recuperar el mano a mano con la militancia. Estamos en condiciones de ganar porque el peronismo está en el gobierno». El mensaje fue retuiteado por la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, funcionaria íntima de Fernández.
También el Movimiento Evita
El último episodio en este derrotero ocurrió la semana pasada. El líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, se reunió con la vicepresidenta en el Senado. Distintos dirigentes de Movimiento Evita también estuvieron presentes en el acto en el Estadio Único de La Plata. Muchos miembros de ese espacio están disgustados con Fernández porque no cumplió con varias promesas que dijo que llevaría adelante durante su gobierno para el sector. No sólo no les dio un ministerio de la Economía Popular, como les había dicho, sino que la última acción que más enfureció a los eviteros fue que en el decreto 728/2022 que el Presidente firmó a principios de este mes, y que venía postergando, no incorporó, como les había prometido, el monotributo productivo. Un reclamo histórico de la economía popular para que aquellos que trabajan en la informalidad comiencen a ser reconocidos.
Pérsico, días antes del encuentro con CFK, había asegurado que es ella «la que hoy tiene la capacidad más importante de ordenar», y con respecto a las PASO, algo que ese sector parecía defender a rajatabla, dijo que «Alberto dice que él quiere llegar con unas PASO, pero puede ser que no haya PASO si nos ponemos de acuerdo». Además, añadió que desde el Movimiento Evita no van a poner «ningún palo en la rueda porque el año que viene hay que ganar». Luego, se desligó de la figura del Presidente y remarcó: «Yo no elegí a AF, pero trabajamos para que vaya lo mejor posible. Nosotros vamos a hacer la campaña al compañero que tenga las mejores condiciones para ganar«. Los eviteros también le transmitieron ese mensaje de unidad a Fernández cuando, tras el encuentro en el Senado, fueron a almorzar con él a Casa Rosada. La pelota ahora está en su cancha ¿Cuál es la razón que lo demora?, se preguntan desde las demás tribus oficialistas.