Una charla con su hija Paula fue el puntapié inicial para que Raquel saldara su cuenta pendiente, en su Don Torcuato natal. “¿Qué te falta hacer en tu vida?”, le preguntó. Y la mujer de 82 años respondió: “Terminar el secundario”.

Entonces Paula, impulsada por el deseo de su madre, la anotó en una escuela. Era el año 2020, en pleno aislamiento por la pandemia de coronavirus, cuando la joven empezó la búsqueda de una institución. Inmediatamente, fue aceptada por las autoridades del Centro Educativo de Nivel Secundario N°456 de Tigre. De ese momento pasaron dos años, y hace unos días pudo terminar los estudios.

A Raquel siempre le gustó la música. Como su padre no podía costearle el secundario y el profesorado de música, ella eligió el segundo y se recibió de profesora de piano. Aún se sienta frente al instrumento, posa sus manos sobre las teclas y se deja llevar por las melodías que la acompañan a recorrer su historia.
“Ella ganó su Mundial”

Paula reconoce que el estudio salvó a Raquel. “Las personas mayores no la pasaron bien en el encierro por el coronavirus. Yo estaba preocupada por mi mamá, al igual que muchos hijos. Por eso empezar a estudiar la salvó”, dijo la mujer.

Días antes de la entrega de diplomas recibió el llamado de la directora de la escuela en el que le avisaba que los profesores la habían seleccionado para que fuera abanderada. “Fue un momento de mucha emoción. Sinceramente, ella no lo esperaba, le dieron una alegría enorme. Se recibió con muy buenas notas. Fue muy feliz durante estos dos años. Ella ganó su Mundial”, dijo entusiasmada la mujer.

Ahora que pasaron los nervios de los exámenes y de quedarse dormida entre los libros, Raquel tendrá su merecido descanso y su viaje de egresados: en unos días con su hija viajará a Pinamar para darle un cierre a este ciclo que la tuvo como protagonista y la convirtió en ejemplo.

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