Los últimos acontecimientos en materia de seguridad en la provincia mostraron cuán indefensos están los ciudadanos ante el avance de grupos violentos, de trabajos corporativos para lograr impunidad, de sicariatos escandalosos camuflados de accidentes y, desde luego y como corolario, los verdaderos autores, tanto materiales como intelectuales, gozan de libertad, bajo el amparo de un paraguas de impunidad total.

Un violento caso en la ciudad de Rosario de la Frontera mostró las fisuras de las investigaciones. El 7 de octubre una mujer policía fue asesinada por su pareja en una vivienda de esa localidad, aparentemente en horas de la madrugada. Transcurridas varias horas se dio a conocer el hecho. El principal sospechoso -también policía- ya no estaba en el lugar. Tampoco se presentó a trabajar. Había huido en una motocicleta, con su uniforme puesto y su arma reglamentaria, presuntamente. Hasta anoche, aunque parezca increíble, el hombre gozaba de libertad en la clandestinidad, o al menos eso se sospechaba. Las marchas realizadas en el sur de la provincia por poco terminan en una batahola de civiles contra policías: hartazgo social por la falta de respuesta cabales.

El clamor de justicia por la cabo Gladys Paz quedó eclipsado por otro hecho no menos escandaloso y criminal.

Una batalla por el trabajo informal en el corazón mismo de Salta capital. Un chico pagó con su vida los «arreglos sordomudos» de una pareja de comerciantes foránea, que utilizando mano de obra informal e inmigrantes ilegales se apoderaron -según lo denunciaron los puesteros luego del crimen de Nahuel Vilte- del principal parque de la ciudad, en donde imponían sus violentas reglas.

De esa manera afloró que donde no llegaban los controles, sí lo hacía la pareja de Javier Ponce y Alejandra Quinteros, y sus secuaces, quienes además de explotar todo tipo de juegos y divertimentos en casi todo el parque manejaban una decena de puntos de venta de artículos de toda clase, dejando para los puesteros locales solamente los pochoclos y la venta de comida al paso. Versiones indican -además- que cobraban el «piso» a aquellos puestos que no les pertenecían, es decir que se movían como «dueños» del parque.

Un arsenal fue secuestrado el 4 de octubre por Gendarmería en la ruta 34. El hombre que viajaba en una camioneta con una moto en su caja fue puesto en libertad de inmediato. Llevaba 2 subfusiles Uzi 9 mm con cargadores y balas; un fusil New Frontier 5.56 mm, con 2 cargadores y 68 municiones; 2 revólveres Taurus 38 mm y un revólver Colt calibre 44/40. Una pistola Pietro Beretta Px4 Storn, con 25 municiones calibre 9mm, con silenciador y dos bolsas con 78 municiones más de diferentes calibres. La gente teme, y tiene por qué.
 

En ese caldo, la vida de un joven derrumbó en horas una situación «arreglada», desde que comenzó la pandemia, que tiene responsables obviamente, aunque todas las culpas se expiaron en un joven venezolano, el único detenido.

Si eso era ya inaceptable, en la madrugada del lunes, en la Circunvalación Oeste, lo que se mostró como un siniestro vial se transformó a las 15 horas en un doble homicidio con un claro tinte mafioso.

En menos de 24 horas tres homicidios se perpetraron en la ciudad de Salta capital y dos de ellos no fueron meras casualidades, y mucho menos accidentes.

Lo de la Circunvalación fue un ajuste de cuentas -al parecer-, donde una mujer y un hombre fueron ejecutados con disparos en la cabeza que nadie vio, solo el forense, horas más tarde.

Ese tiempo, al igual que las horas transcurridas hasta el hallazgo de la mujer policía -ejecutada también- son, si se quiere, fundamentales en homicidios de esas características, porque los doble crímenes en Salta no tienen buena historia en cuanto a su esclarecimiento.

Lo ocurrido en la Circunvalación Oeste se mostró como un accidente. Horas más tarde un brusco giro lo convirtió en doble homicidio a sangre fría.

Romina Isabel Zerda (37) y Jonatan Pablo Tolaba (32) fueron hallados en el interior de una camioneta Fiat Strada supuestamente siniestrada en un camino de tierra. Estaban cubiertos de pasto y con improntas de haber sido plantados en la escena.

Es más, se oficializó la historia camuflada según la información policial: «En el lugar trabajó el grupo técnico de Criminalística, a los fines de establecer la mecánica del siniestro vial».

Otros policías no vieron eso, tampoco los forenses.

Resultó extraño que el personal de Criminalística de la Policía no haya visto un crimen donde había un doble crimen.

Transcurrieron varias horas para que el disfraz dé paso a la realidad. Muchas pueden ser las hipótesis sobre lo verdaderamente ocurrido.

Todo muestra que incluso si hubiere una explicación clara y razonable, la confianza en la seguridad actualmente está en su nivel más bajo.

Y ante esa sensación, en la mañana de ayer hallaron el cuerpo de un hombre en las vías del ferrocarril en la ciudad de Rosario de la Frontera.

Muchos relacionaron el hallazgo con el prófugo femicida y el cierre de esa página triste. Nada se dijo al respecto.

En tanto, en la capital salteña se busca por estas horas a una verdadera organización capaz de camuflar un doble homicidio en accidente, y a la vez dar respuesta sobre otro hecho, en donde solo un inmigrante aparece delante de otro claro accionar mafioso en los espacios públicos de la ciudad.

Fuente: El Tribuno

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