El Gobierno buscará blindar el paso del acuerdo con el FMI por el Congreso. A la vez, gestiona por estas horas la posibilidad de recibir un primer desembolso que supere largamente los compromisos del acuerdo stand by original para generar un efecto “confianza”.

Por un lado, la Casa Rosada no quiere modificar los acuerdos con el FMI relacionados con el déficit en su paso por el Congreso. Mucho menos, los que recortan la asistencia del BCRA al Tesoro y una tasa de interés positiva en términos reales. Según pudo saber Ámbito, ésta es la decisión del presidente Alberto Fernández. Para ello apelará a un recurso discutible y otro indiscutible: por un lado, pedirá a los legisladores la ratificación exprés sin ninguna clase de enmienda de los puntos acordados con el FMI. Por otro, ya gestiona en Washington la posibilidad de recibir un primer desembolso que podría superar los u$S 10.000M para apuntalar las reservas, previo a los pagos que la Argentina debe hacerle al Fondo.

Como se mencionó, la pregunta que se hace el Gobierno por estas horas es si, en este nuevo acuerdo con el FMI, no puede llegar a ser, también, “de baja probabilidad de ser sustentable”. Y esto es debido a un detalle nada menor: si el FMI hace un desembolso de u$S 44.000M para pagar u$s 44.000M en apenas dos años y medio… ¿Cuáles serían las herramientas que ayudarían a que no exista una situación de mayor tensión y crisis? Dicho de otra manera, ¿Cómo haría el BCRA para sumar mayor cantidad de dólares que le permita estabilizar el frente financiero si el propio FMI apenar podría otorgarle sólo unos u$s 4.000M en DEGs adicionales al monto del préstamo original que debe repagarse, al margen de que le exige que acumule u$s 5000M este año? Por esa razón se negocia un primer desembolso fuerte que debería llegar entre marzo y abril.

Contrarreloj

De prosperar esta idea, la carta de intención ya suscripta por el board del organismo arribará al recinto a fines de marzo.

Si el paso por Diputados alimenta porciones ingentes de incertidumbre, el del Senado -terreno cristinista- sedimenta desconcierto. Una demora en esas latitudes parlamentarias podría insuflar presión adicional. Es que el día 22 de ese mes vencen u$s 2800 millones. Sin reservas suficientes, el escenario no regala optimismo. Febrero es históricamente un mes con la menor oferta de dólares y la menor demanda de pesos. La cercanía con la negociación en el Congreso podría resultar un cóctel para prestar atención. Recién a mediados de marzo arranca entonces el periodo de liquidación de divisas del agro que dura, por lo menos, hasta octubre del 2022.

Es decir que, una vez más, el Gobierno se verá exigido por un fixture agotador que podría dejarlo fuera de juego, ya que, de no contar con el aval del Congreso, no habrá desembolsos del FMI para pagar los u$S2800M.

Recapitulando, y en términos muy sintéticos, estamos hablando de un acuerdo de Facilidades Extendidas con una duración de 12 años y un período de gracia antes de comenzar a pagar con recursos propios. Dicho acuerdo tiene una serie de metas fiscales, monetarias y cambiarias (reservas) cuantitativas con un horizonte de 2.5 años. Tiene también un polémico esquema de revisiones trimestrales (que también busca flexibilizarse) de cuya aprobación depende la liberación de desembolsos para cubrir los vencimientos. Además, un período de gracia de tres años que, para algunos analistas, actúa como “endulzante” para que Argentina salga de la situación crítica de reservas en la que se encuentra hoy (o al menos lo intente).

Ya llegan las condiciones

Existe sin embargo un detalle cuyas enigmáticas derivaciones aún no detienen su derrotero. Si bien existe ausencia de cualquier compromiso de reforma estructural, esta “ausencia” se registra solamente en los primeros 2,5 años del acuerdo. A partir del 2024, el propio FMI bajaría todo su herramental ortodoxo para negociar el acuerdo de Facilidades Extendidas tal como se lo conoce. Esa negociación tendría lugar, atención, con el nuevo gobierno elegido. ¿Y si el FMI prefirió patear la negociación en 2022 y 2023 para poder avanzar en un esquema de reformas y condicionantes con los recién llegados a la Casa Rosada a comienzos de 2024? Recuérdese que 2025 es el año donde el Gobierno se compromete a tener déficit cero, por lo que a partir de entonces el Fondo podría comenzar a pedir escalones de superávit en forma progresiva, como ya ha hecho en otros países con deudas.

Con todo, uno de los problemas centrales que aún no ha dicho “presente” en el PowerPoint de Guzmán es la suerte del dólar y su larga marcha ascendente. Si lo que se busca es reducir la brecha, lo acordado con el FMI para los primeros 2,5 años no redundaría de inmediato en ese menester. Como se dijo, no hay reservas suficientes y las herramientas de política monetaria como la suba de la tasa de interés no tienen la contundencia que podría sostener este nivel de tipo de cambio real como ha señalado el BCRA. Menos aún, cumplir con el objetivo de acumulación de reservas que se anunció. Si bien la decisión política de no realizar un salto cambiario está, es probable que el BCRA deba recalcular y calibrar con mayor cercanía la velocidad a la que piensa calcular el deslizamiento del peso para fortalecer su posición en dólares con la finalidad de cumplir las metas acordadas. Si, en materia cambiaria la prioridad es reducir la brecha, la suba de tasas de interés y la reducción de la tasa de inflación implicarían un empujón para generar mayor demanda de pesos. Pero ha sido difícil, hasta ahora, lograr un efecto de

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