Sergio Massa comienza el año sabiendo que hay que pasar el verano y un poco más. Se acabó el ingreso de divisas del «dólar soja 2.0» y al Banco Central le cuesta comprar (en las últimas ruedas fueron entre US$ 2 y US$ 3 millones aproximadamente). A esto, los números de la liquidación de la cosecha siguen cayendo y los que saben predicen meses complicados. Para peor, Lula está decepcionando al mercado y el real se devalúa. Este inicio de año será otro test para el Plan Llegar de Massa, sin dólares y con la agenda electoral ya ingresando en escena. 

La sequía es un verdadero «Cisne Negro» para las ambiciones oficiales. Un informe de IES alerta que la situación climática por la falta de agua y las heladas en las etapas críticas determinaron una fuerte caída en los rendimientos, por lo que se espera obtener la menor producción de trigo de los últimos siete años. «La cosecha de trigo del ciclo 2022-2023 exhibe bajos rendimientos, y caería cerca de 40% respecto al ciclo previo, obteniendo la menor producción de los últimos siete años», subrayó Alejandro Ovando, Director de IES Consultores. 

La siembra de la campaña 2022-2023 totalizaría un área de 41,2 millones de hectáreas, con una merma anual de 1,5%. Por otra parte, la producción agrícola nacional proyectada es de 127 millones de toneladas en 2022/23, un descenso de 10,6% respecto a 2021/22, afectada gravemente por la sequía. En cuanto a la soja, la estimación de cosecha es de 44 millones de toneladas, un alza marginal de 0,3% respecto a 2021/22, siendo un cultivo menos riesgoso dada la incertidumbre climática y política.

Lo cierto es que el 2022 fue el mejor año de la historia, con exportaciones agroindustriales por US$ 40.500 millones, muy por encima de los US$ 25.000 millones de promedio. Pero eso es película vieja. 

«La sequía que estamos atravesando va a llevar a que, cuando uno quiera cambiar el celular, una notebook o un televisor o quiera un repuesto de un vehículo que sea importado entre febrero y mayo no lo encuentre. No porque el fabricante no lo quiera, sino porque no estarán los dólares para comprarlos», advirtió Gustavo Idígoras, titular de CIARA-CEC en una entrevista.

Con problemas para los dólares, el Gobierno deberá manejar la escasez en los primeros meses del año. Un informe de Aurum Valores señala que con ningún otro sector que pueda suplir esa falta de oferta, además del adelantamiento a 2022 de las liquidaciones que podrían haberse hecho en 2023 y con la perspectiva de que en el período postelectoral pueda producirse un ajuste de precios relativos importante (lo que demoraría liquidación de divisas de este y otros sectores), la capacidad de acumulación de divisas del BCRA luce extremadamente desafiante.

«Bajo estos supuestos la totalidad del deterioro cambiario se explicaría por las menores exportaciones del agro atribuibles a la sequía que produce la triple Niña, un evento de características extraordinarias que sólo ha ocurrido dos veces desde 1950 (54/56 y 73/76)», afirman. 

La AlyC no descarta que el Gobierno consiga fondos adicionales (de organismos y/o bancos centrales o supranacionales) para mitigar los efectos de este shock que, en caso de materializarse (hoy por hoy lo estiman posible y de alto impacto), «generaría mayor zozobra sobre el estado precario de la macro actual». «Esos fondos adicionales procurarían lograr que se transite el año electoral con menos riesgo de crisis cambiaria», imaginan.

Otras fuentes adicionales de ingreso de divisas podrían provenir de nuevas versiones de tipos de cambio diferenciales, algo con lo que Massa viene punteando. Pero el problema es que esa estrategia utilizada con otros productos de exportación podría tener impacto sobre la «mesa de los argentinos» y generar mayor inflación, algo que el tigrense quiere evitar en medio de sus acuerdos de precios y parches constantes para que el IPC le de 4% mensual o menos en algún momento de este año. 

Sea como fuere, Massa debería sacar otro conejo de la galera para llegar a abril/mayo cuando algo se liquidará, aunque no sea demasiado. La medida de fondo para que haya más divisas es una herejía en el discurso oficial. 

«Para evitar este déficit de divisas en 2023 la medida de fondo adecuada sería un ajuste cambiario que el Gobierno se resiste ejecutar. Habrá que ver si el clima y su efecto sobre la cosecha le permiten al gobierno tensar tanto la cuerda para pasar al próximo mandato el peso de hacerse cargo de los ajustes de precios relativos postergados por más de dos años», advierte Aurum Valores. 

Al escenario de sequía que complica lo cambiario se juntó con el ruido que traen los primeros pasos del gobierno de Lula. El real se devaluó y está en 5,50 reales por dólar. No se sabe si el nuevo Gobierno será tan pragmático como se creía y eso se suma las contradicciones que varios de los funcionarios estuvieron desplegando en las últimas horas. Malas noticias para Massa si el real sigue perdiendo terreno en su idea de «atrasar» el peso en el mercado oficial. 

Lo está intentando: bajó el ritmo de devaluación del 6% al 5,4% y se cree que irá a menor velocidad si quiere llegar a tener inflación del 4%. Ahora, ese plan está en tela de juicio. Por lo pronto, Lula llegará a Buenos Aires el 23 de este mes cuando se reunirá con Alberto Fernández para seguir avanzando en el lanzamiento del «Sur», la moneda común a los dos países que serviría para financiar el comercio exterior entre Brasil y la Argentina. La idea es que esa nueva moneda sirva para evitar el uso de dólares en el intercambio comercial entre ambos. Todo sea para pasar el verano, y un poco más allá, usando la menor cantidad de dólares posible.

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