En las inmediaciones del Campus de Maldonado no hay lugar para estacionar. Chapas uruguayas y argentinas colman las calles. Al entrar al predio, hay tres filas bien determinadas: uruguayos (la más corta), extranjeros y extranjeros sin agenda.

 Al ingreso, una mujer de uniforme verde que se destaca entre los uniformes blancos atiende una a una las preguntas de los extranjeros y distribuye con agilidad a los consultantes hacia los puestos donde los van a vacunar. 

Sin tapujos, responde hasta los cuestionamientos más descabellados, como alguno que le pide que incumpla la normativa vigente, a lo que ella le responde: «Señor, esto no es un remate, seis meses son seis meses», aunque sin perder la sonrisa.

La mujer de verde es Ignacia Bonessi, encargada del vacunatorio del Campus de Maldonado, que día a día se para en la puerta a escuchar consultas o reparos como: «Señora, lo que pasa es que yo en un asado escuché que…», «pero si acá vino a un amigo que lo vacunaron aunque no hayan pasado los seis meses», etc. 

La mayoría de los que logran vacunarse agradecen su rol. «En esta nota que vas a hacer tenés que destacar que esta mujer es un genio. Los jefes generalmente se esconden y ella está siempre acá adelante con la gente», dice a El Observador un hombre que se identifica con su apellido, Ruiz.

Es argentino y hace siete años que vive en Uruguay. Este martes está en el campus de Maldonado para darse su tercera dosis de Pfizer contra el covid-19 y, con lágrimas en los ojos, agradece «al Uruguay esta oportunidad«.

Junto a él está una mujer que vive en el país hace tres años y lo acompañó a hacer la fila. Ella quería anotar a su nieta que viajaría desde Buenos Aires al país en estos días y tenía interés de darse la tercera dosis de Pfizer, puesto que ya se había dado en Argentina las dos primeras de Sinopharm. 

«Los chiquilines hoy son un avión con la tecnología, señora, va a haber que su nieta se va a poder anotar sin problemas con el DNI en la página del Ministerio de Salud Pública», le responde amablemente Bonessi cuando le toca el turno.

La fila más larga es la de los extranjeros con agenda para vacunarse. Prácticamente son todos argentinos y la gran mayoría se dieron sus dosis de la vacuna fuera de su país. En Estados Unidos obtuvieron todas las opciones disponibles, Janssen, Pfizer, Moderna y algunos en otros países se vacunaron con AstraZeneca. 

Algunos son residentes, pero son más los turistas que vinieron a veranear algunos días -como tenían la costumbre desde antes de la pandemia- y aprovecharon para darse la tercera dosis de la vacuna. Todos tienen carpetas y papeles en la mano. 

Mientras escuchan casi como un mantra «carné de vacunas, declaración jurada, ¿hace cuántos meses que te diste tu última dosis?» aguardan bajo una modesta carpa en una espera que se hace larga, aunque no por filas de longitudes descontroladas, sino que porque para los extranjeros es mucho el papeleo.

Si bien Bonessi afirma que no es lo común y que han vacunado «mucho más uruguayo que extranjero», la fila para uruguayos es corta y las personas entran y salen con agilidad. Al momento de acercarse El Observador, el comentario entre los tres hombres que aguardaban su turno, era unánime. 

«Me parece bien que vacunen extranjeros, lo que me da lástima es que hagan diferencias. Nosotros vamos rápido y ellos están hace rato al sol, muertos de calor», opina un hombre que se identifica como Hernán y que prefiere no dar su apellido.

Durante un par de horas en el vacunatorio, Bonessi debió «tirar» a algunos argentinos «para atrás». «Nosotros no tenemos problemas en vacunar y en cumplir con lo prometido. Pero tienen que cumplir con los requisitos», explica a El Observador. 

Aunque este martes fue de alta concurrencia de turistas, como el lunes, cuando se vacunaron más de 500, generalmente van muchos más uruguayos, asegura. El promedio es de 1200 uruguayos y 120 extranjeros. La mayoría son argentinos, pero también hubo españoles, brasileños y norteamericanos.

QUÉ PRECISAN LOS EXTRANJEROS PARA VACUNARSE

Para vacunarse, los extranjeros necesitan la declaración jurada de Migraciones, siempre que haga 48 horas de que ingresó al país. A las 72 les permite agendarse en forma online, teniendo una declaración de salud de viajero que diga que su test es negativo y con las vacunas que ingresa, y teniendo DNI y su carné de vacunas.

Las demoras ocurren, según la encargada, porque se ingresan los datos «de cero» al Sistema Integrado de Vacunas. A diferencia de los nacionales, los extranjeros salen con un documento en una hoja A4 que certifica que recibieron una dosis en el lugar.

DOS ARGENTINOS, DIFERENTES HISTORIAS DE LOS VACUNADOS EN URUGUAY 

Sebastián es de Santa Fé, Argentina, y está en Uruguay desde el 30 de diciembre junto a su familia. Dijo que la pandemia «está pegando» en todo el mundo y que en Argentina para la tercera dosis en gente de su edad todavía falta un tiempo. «Es una buena oportunidad», celebró.

Mariana González. Llegó el 21 de diciembre al país donde es dueña de un apartamento. Vacacionaba acá todos los veranos pero la pandemia interrumpió su tradición. Se dio dos dosis de Sinopharm en Argentina, pero como se va a quedar en el país hasta febrero mientras tramita la residencia, «aprovechó» la oportunidad de darse la tercera dosis.

«El sistema es bárbaro, lo único que me choca es lo de los horarios. Vine hace 40 minutos y me tuve que ir porque me sentí un poquito mal. Hace mucho calor. Por lo demás, les agradezco. Veo que vacunan a todo el mundo así que está bárbaro», expresó a El Observador.

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