El rompehielos Almirante Irizar zarpó en la madrugada de ayer del puerto de Buenos Aires con destino a la Antártida. Inició la maniobra muy temprano para aprovechar la pleamar en Buenos Aires que se produjo a 03.52 de la mañana. El ministro de Defensa Jorge Taiana encabezó la ceremonia formal el martes pasado, lo acompañaron el jefe de la Armada, almirante Julio Guardia, el titular del Estado Mayor Conjunto (EMCO), teniente general Martín Paleo, los jefes del Ejército y de la Fuerza Aérea, general de división Guillermo Pereda, brigadier general Xavier Isaac; y funcionarios de la Cancillería, Guillermo Carmona, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur.

La responsabilidad de la organización y ejecución de la campaña es del Comando Conjunto Antártico, a cargo del general de brigada Edgar Calandin, organismo dependiente del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. “Debemos tener la perspectiva de una Argentina que mire hacia el Atlántico Sur”, dijo el titular castrense ante la tripulación del rompehielos ARA “Almirante Irízar”, expresión quizá obvia y redundante para una fuerza cuya misión estuvo siempre vinculada con ése teatro oceánico.

“Un objetivo importante de este año es la reconstrucción y reparación de la base Petrel que volverá a ser una base permanente luego de casi 50 años” dijo Taiana, la frase medular de toda la alocución. La 118º Campaña Antártica de Verano (CAV) 2022 arrancó con sobresaltos, un gran número de casos positivos covid, cerca de 50, entre tripulantes del rompehielos y civiles que fueron hisopados durante el férreo protocolo en los días previos a la zarpada. Alarmó la seguidilla de positivos y el número de los infectados, se presume resultado de la actual ola de contagios de la variante ómicron.

Todas las personas que viajan a la Antártida para cumplir tareas en las bases (científicos y técnicos de la Dirección Nacional del Antártico), al igual que la dotación del rompehielos, deben pasar por un primer test PCR, -en la primera ronda se detectaron más de 50 positivos-, dos semanas de aislamiento y un segundo test PCR antes de embarcar.

Por el gran número de testeos positivos, las autoridades del Estado Mayor Conjunto decidieron efectuar dos rondas adicionales, totalizando 4 hisopados por cada persona a embarcar. Los positivos fueron desembarcados y quedaron fuera de las operaciones antárticas. Durante varios días el rompehielos recibió un estricto plan de desinfección y sanitización para alcanzar cada uno de los rincones de la estructura interior y alojamientos (camarotes). El navío tiene una capacidad de 313 camas y el nivel de ocupación es cercano al 90 por ciento, con 285 personas a bordo.

La pandemia está otra vez al tope de contagiados y el temor que subyace en los mandos del EMCO es llevar el virus a un sitio, las bases antárticas, donde hay personas que aún no tienen el esquema de inmunización completo. En la Antártida la totalidad de estados presentes suspendió las visitas oficiales de inspección con bases antárticas de otros países, una práctica habitual normada en el Tratado del Antártico.

El comandante del Irízar, capitán de navío Carlos Musso Soler, tiene el desafío de dar apoyo logístico para cumplir el Plan Anual Antártico elaborado por el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, comprende las actividades científico-técnicas en las bases permanentes y temporarias. Facilitar el despliegue y repliegue de dotaciones de las bases, llevar combustible, 650.000 litros de gasoil antártico, que son tan vitales como los víveres y medicamentos, porque toda la energía y la calefacción de las bases depende del gasoil. Lleva dos helicópteros SeaKing con capacidad de trasladar hasta dos toneladas de carga cada uno.

Las únicas bases que requieren uso del helicóptero son Belgrano II que por la barrera de hielo, impide que el buque se acerque y Marambio, ubicada en una meseta a 200 metros de altura y no se puede abastecer con las lanchas de desembarco que ahorran el costo de la hora de vuelo. Otra actividad estratégica de esta campaña es la puesta a punto de instalaciones y pista de aterrizaje de la base Petrel, un emplazamiento clave por su ubicación geográfica.

Es el punto natural de entrada a la Antártida, dispone de espacio para hangarar aeronaves de gran porte con el beneficio de que el clima, aunque antártico, es más benigno que el del resto de las bases criollas y se puede operar desde allí durante todo el año. La reconstrucción de la pista de aterrizaje de mejores capacidades operativas que Marambio, facilitaría las operaciones entre el continente, el futuro Polo Logístico antártico a construirse en Ushuaia y las bases del país.

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