El presidente Alberto Fernández anunció la guerra contra la inflación para el viernes pasado. Era martes. El jueves llegaban listas con aumentos de hasta el 9 y 10% a los comercios. El domingo, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, le exigió a los empresarios «que retrotraigan los precios que no tienen justificación» y anticipó que entre el martes y el miércoles se anunciarán medidas.

El sábado el Gobierno materializó la única resolución concreta: recuperar los dos puntos en retenciones de aceite y harina de soja y el ministro de Agricultura, Julián Domínguez se encargó de enfatizar que la medida no apuntaba a los productores sino a un sector concentrado de exportadores, integrado por 11 empresas, donde 8 explican el 95% del mercado.

Así, concentración y especulación aparecen una vez más en la agenda contra la inflación y un informe a cargo de Claudio Lozano y Ana Rameri del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas de Unidad Popular, le apunta a las ganancias de las grandes alimenticias que estuvieron por arriba de la inflación.

El integrante del Frente de Todos y director del Banco Nación, que muchas veces se desmarca de la visión de la Rosada, sostiene que «hay inflación porque pocos actores de la producción utilizan los precios para capturar mayores proporciones de dinero».

Lozano y Rameri remarcan que con un 40% de pobreza, no es la demanda la que empuja los precios. A contramano de la concesión que hace el equipo económico, Lozano sostiene que «la emisión (monetaria) no necesariamente genera inflación».

Es la concentración económica en sectores estratégicos en el marco de una deficiente regulación pública (es decir, no solo estatal sino comunitaria) lo que genera que un grupo de empresas aproveche todo margen extra de emisión monetaria para convertirla en ganancia a través de la remarcación de precios. Los precios actúan de salvaguarda de la ganancia empresarial», destaca.

GRANDES ALIMENTICIAS, PRECIOS Y GANANCIAS

El informe analiza los balances contables publicados en la CNV y detalla que las empresas Arcor, Mastellone y Molinos Río de la Plata obtuvieron una evolución de sus ganancias brutas (ventas menos costos) del 112% durante el bienio 2020-2021 mientras los precios de los alimentos incrementaron en ese mismo período un 114%.

«En nuestro país la industria de los alimentos está liderada por Coca-Cola, Danone, el grupo Arcor, Molinos Río de la Plata, Ledesma, Mondelez (ex Kraft Food) y Bagley Latinoamérica», asegura el informe del IPyPP, que se enfoca en las tres que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Los números que detalla Lozano muestran que las empresas estuvieron en línea con la inflación. La lectura de los economistas es que «en el acumulado del bienio, las ganancias de los conglomerados alimenticios y los precios de los alimentos corrieron a la par. Esto no es casualidad ni significa que ‘empataron a la inflación’. Significa que el oligopolio alimenticio argentino traduce en los precios las ganancias que proyectan», enfatiza.

El informe agrega que las ganancias operativas (que descuentan gastos de administración y comercialización) fueron mayores a la inflación en los últimos dos años. En 2020 fue del 152% superior al 2019. La evolución de la ganancia operativa se desaceleró en 2021. «Pero en el consolidado de ambos años, el aumento de las ganancias alcanza el 170%», sostiene Lozano.

LAS CLAVES CONTRA LA INFLACIÓN

Por otra parte, también considera que en la «guerra» contra la inflación, la estrategia que se debería impulsar implica:

Aplicar retenciones para desacoplar precios internos de los internacionales, tanto en lo relativo a las commodities agropecuarias como en insumos estratégicos (como el acero o la energía).

A eso le suma un control social comunitario del sistema de formación de precios. Esto implica organizar la participación de la comunidad en torno a las cadenas de producción estratégicas. «Ello requiere la participación del Estado, los/as trabajadores/as, las pymes, cooperativas y grupos empresarios organizados en torno a mesas por cadenas de producción. Es clave hacerlo en alimentos, energía e insumos de uso difundido», detalla el informe.

El tercer punto es un congelamiento de precios para cortar la inercia inflacionaria, un punto cuestionado por la industria y economistas, e incluso los funcionarios del Gabinete económico que aclaran que los congelamientos sólo sirven si son por plazos determinados. Hubo precios que salieron del freezer el año pasado y ya mostraron las subas para recuperar lo perdido, según señalan en el sector supermercadista sobre las recomposiciones de precio que se dieron a fines del año pasado.

«Un escenario con 50% de inflación supone también la existencia de un componente inercial sumamente relevante que retroalimenta el proceso. Por lo tanto, requiere de una intervención de shock», aseguran los economistas del IPyPP.

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