Las intenciones oficiales de acumular divisas y revertir la debilidad poscrisis cambiaria de 2018-19 parecen enfrentar una realidad complicada, y que puede complicarse aún más a partir de los próximos 60-90 días.

El “Anexo Estadístico del Mercado de Cambios del BCRA”, registró para el primer trimestre de 2022 una salida de divisas de U$S 1.016 millones, mientras que en igual período del año pasado habían ingresado U$S 1.701 millones, esto es, una reversión de U$S 2.717 millones, ya en el inicio de la liquidación de divisas del agro.

Según lo informado por la Cámara Argentina de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportaciones de Cereales, en el primer trimestre de 2022 el complejo oleaginoso liquidó un ingreso de divisas por U$S 7.926 millones, mientras que en igual período de 2021 se habían ingresado U$S 6.724 millones. Esto es un incremento en un año de U$S 1.202 millones (18% más que en igual año anterior). Según los datos del BCRA el aumento interanual del ingreso total por exportaciones fue de U$S 3.450 millones, de modo que el resto de los sectores exportadores contribuyó con un aumento del total liquidado por U$S 2.248 millones y otro incremento por U$S 145 millones por cobros anticipados, prefinanciaciones de exportaciones y otros conceptos de menor cuantía.

La mayor salida de divisas en el primer trimestre obedeció fundamentalmente a importaciones, por U$S 15.879 millones (+ 36% interanual), seguido por el empeoramiento del déficit neto total por servicios, por U$S 3.133 millones (+ 118%) y del de las cuentas de capital y financiera por U$S 389 millones (+ 28,7%). 

En términos absolutos los principales aumentos interanuales en la salida de divisas fueron por pagos diferidos de importaciones (U$S 3.128 millones), viajes y otros pagos con tarjetas de crédito (U$S 875 millones), pagos a la vista de importaciones (U$S 796 millones), y fletes (U$S 470 millones). 

En abril la liquidación de divisas del agro fue de U$S 3.172 millones (+ 6%), lo que totaliza para el cuatrimestre U$S 11.098 millones. Sin embargo, las reservas brutas del BCRA cayeron por U$S 1.131 millones. Si no se computa el pago al FMI con DEG del 29 de abril, la caída fue de U$S 444 millones. Es claro que las cifras detalladas del mercado de cambios del BCRA permitirían evaluar las fuentes de la suba de la salida de divisas. 

Según el Indec, las importaciones de bienes en abril sumaron U$S 6.883 millones. El incremento respecto de igual mes del año pasado fue de U$S 2.210 millones, esto es, 47,3%. Según el Indec, el aumento interanual de las cantidades importadas fue de 24,5% y el incremento de precios fue de 17,8%. Los mayores incrementos porcentuales correspondieron a combustibles y lubricantes, con un aumento interanual de 72,6% de las cantidades importadas y de 73,8% en los precios.

No es probable que los problemas de abastecimiento de combustibles desde Rusia y los desvíos de comercio en curso mantengan elevados sus precios y los de las demás materias primas por varios meses. Pero en algunos países como el nuestro no es de descartar que continúe la suba de precios a pagar al exterior, y también el aumento de la demanda de importaciones de gas licuado, insumos intermedios para el sector industrial y también para los servicios y el agro. 

Por el lado “real” de la balanza de pagos, aun con liquidación en aumento de las divisas del agro, lo que entra por un lado se va por otros (importaciones de bienes, servicios reales y la cuenta de capital y financiera). 

Con el ultracepo cambiario, el BCRA podría sostener el crawling peg aun con reservas líquidas en los valores mínimos de los últimos meses. La pregunta es si esto podrá sostenerse sin turbulencias hasta fines del año próximo en el que tanto los mercados financieros como buena parte de las consultoras políticas descuentan (salvo alguna sorpresa) el inicio de un gobierno con una orientación política y económica bastante diferente de la actual.

Sin divisas para importar insumos no hay forma de sostener la actividad y el empleo, y tampoco la demanda de moneda local. Sin reservas suficientes en el BCRA, de manera deliberada o no, se intentará recurrentemente que el propio sector privado “blanquee” sus divisas y a través del mercado formal autofinancie sus importaciones de insumos, partes y repuestos o financie las importaciones de sus proveedores.

Una forma de preservar el stock líquido de la autoridad monetaria, pero que difícilmente sea compatible con sostener el crecimiento económico que las autoridades celebraban hasta fin del primer cuatrimestre. 

Menos con la estabilidad del mercado monetario y cambiario: sin desdolarización de carteras presente ni esperable para el futuro, y con subas de tarifas y combustibles a la vista, se impone una contracción monetaria para revertir en los próximos meses el expansionismo monetario preelectoral del año pasado.

Si esto implica tasas de interés más altas, la desaceleración de la actividad y el empleo difícilmente se logre evitar hacia los próximos meses, aun con incentivos al turismo y el consumo en el próximo verano.

Emergen, inevitablemente, diversos frentes y dudas al menos para los próximos meses. ¿Puede sostenerse el proteccionismo comercial con las actuales restricciones para acceder a divisas y para importar sin afectar a la actividad y el empleo? ¿Es suficiente para aumentar el stock de divisas cuando se agote el ingreso estacional de agrodivisas hacia agosto-septiembre? ¿Pueden cumplirse las metas trimestrales con el FMI de aumento de reservas internacionales sin “anabólicos contables” y alguna ayuda extra (léase nueva deuda con organismos u otros gobiernos)? 

Demasiadas dudas empiezan a aparecer, no sólo para el corto plazo sino para el todavía largo camino hasta las próximas elecciones presidenciales. Un camino en el que asoman para la actual administración más disgustos y pesadillas que las que viene enfrentando en las últimas semanas. 

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