La consultora Ecolatina advirtió en un informe que la incertidumbre se agudizó fuertemente la semana pasada, y las presiones que aumentaban a fin de junio -motivadas por el shock en el mercado de deuda, las restricciones a las importaciones y el turbulento recambio ministerial- desembocaron en la actual crisis financiera: las cotizaciones paralelas del dólar aumentaron más del 10% en promedio y llevaron la brecha cambiaria a la zona de 150%, superando los niveles de octubre de 2020.

A su vez, destaca que el riesgo país se ubicó cerca de los 3.000 puntos básicos, en medio de un desplome generalizado del precio de los bonos, que actualmente cotizan en su mayoría a una paridad por debajo de los 20 centavos por dólar.

A partir del análisis de la situación actual y, especialmente, las expectativas en relación al desenvolvimiento de acontecimientos futuros, desde Ecolatina consideran que hay tener en cuenta tres elementos centrales que están intrínsecamente relacionados:

  • Los niveles de brecha cambiaria no son consistentes con un escenario de relativa estabilidad en el cual el Gobierno puede sostener un crawling peg en el tiempo en un marco en el cual la inflación se va moderando gradualmente. En caso de persistir, o incluso agudizarse este escenario, la capacidad de defensa del tipo de cambio oficial tiene serios riesgos de debilitarse.
  • En segundo lugar, una corrección del tipo de cambio oficial en la situación actual (sin levantar el cepo cambiario) conlleva riesgos. El salto cambiario no sólo exacerbaría una nominalidad ya de por sí elevada, sino, más importante aún, podría no ser percibida como sostenible, sin conseguir moderar las presiones en el frente cambiario. Esto responde a que el movimiento requeriría ser complementado por medidas de origen fiscal y monetario para las cuales el Gobierno ya ha mostrado dificultades para su rápida instrumentación. En este sentido, a las significativas diferencias respecto de episodios recientes (2014 o 2018) en materia de disponibilidad de reservas, niveles de inflación y situación social se le añaden conflictos al interior de la coalición gobernante que dificultan aún más la velocidad de reacción de la política económica y la coordinación de expectativas.
  • En tercer lugar, ligado al punto anterior: si bien es cierto que las principales acciones del Gobierno apuntaron a reencauzar la situación (desdoblamiento para turismo receptivo, limitación de Cedear, flexibilización para importaciones estratégicas), parecería todavía existir un “gap” entre la magnitud y la velocidad que tomó la dinámica financiera y la energía de las respuestas, así como anuncios de mayor disciplina fiscal cuyo resultados demorarán en visualizarse. Resulta claro que los actuales niveles de percepción de riesgo demandan respuestas contundentes e integrales desde la política y desde la economía, y la sucesión secuencial de anuncios puntuales (a través de comunicados) por el momento careció de la fortaleza necesaria para torcer las expectativas. Esto se ve agudizado por una crisis de desconfianza en el Gobierno que contribuye a retroalimentar los riesgos.

Considerando estos tres elementos, Ecolatina afirma que: 1) el Gobierno entiende que evitar una devaluación del tipo de cambio oficial es el principal objetivo en el muy corto plazo; 2) sin una respuesta más contundente este objetivo se vuelve más lejano; y 3) que la velocidad que tomó la crisis en la última semana, indicativa de la fragilidad subyacente, muestra que hacia adelante el escenario se torna más inestable, aun cuando se logren aplacar las presiones financieras y pueda reencauzarse el programa económico.

Respecto al primer punto, Ecolatina señala que, si un salto devaluatorio tuviera lugar, lo más probable es que sea desordenado o forzado por el mercado, lo cual empeoraría la situación aún más.

¿Qué esperan?

“En lo inmediato, seguramente veremos en los próximos días medidas adicionales dirigidas a descomprimir las tensiones cambiarias y aplacar las cotizaciones alternativas del dólar, idealmente acompañadas de un mayor grado de cohesión política”, afirma la consultora.

Cree que la apuesta del Gobierno es que estas medidas contribuyan a trazar un puente de cara a los próximos meses cuando comiencen a moderarse las importaciones energéticas, en un contexto en que cuenta a su favor con un stock no menor de oferta de agro divisas por liquidarse (fundamentalmente soja).

Ecolatina señala que no quedan muchos meses de importaciones fuertes de energía (aumentaron 190% interanual en el primer semestre) y que los actuales niveles alternativos del dólar se sitúan en precios muy elevados.

“Obviamente, estas ventajas estarán contrapesadas por la gravedad en la dinámica de la situación y la falta de contundencia de las respuestas. El margen para lograr una descompresión se hará más angosto a medida que pasen los días sin resultados tangibles”, agrega.

Para los próximos meses percibe varios desafíos: por el lado cambiario, considera que las importaciones no energéticas no pueden permanecer reprimidas indefinidamente sin un traslado a precios y perjudicando la actividad, a la vez que las perspectivas de la cosecha fina no parecen alentadoras.

También cree que, en un escenario de mayor austeridad fiscal hacia adelante sin un margen relevante para financiarse con Adelantos Transitorios (inclusive incumpliendo las metas con el FMI), el programa financiero seguirá descansando fuertemente sobre las licitaciones de deuda.

Por esta razón, remarca que normalizar lo antes posible el frente financiero se torna todavía más importante, y que seguramente haya aumentos en las tasas de interés, los cuales se han venido postergando.

Finalmente, Ecolatina estima que, incluso si se reencauza el programa económico (el BCRA vuelve a acumular reservas y se desactivan las expectativas de devaluación), el segundo semestre será de mayor inflación, menor actividad y con límites fiscales más rígidos que el primero, indicando que el equilibrio financiero, político y social continuará siendo inestable.

“Con poco tiempo para realizar correcciones de fondo que arrojen resultados positivos, pero con todavía mucho tiempo como para reprimir costos, la actual crisis financiera está forzando al Gobierno a dejar de priorizar la maximización de beneficios para focalizarse en la minimización de costos. Y evitar una devaluación del dólar oficial figurará en los próximos días al tope de la lista de prioridades”, concluye la consultora.

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