La situación económica y el estado de deliberación del Gobierno trajeron una tregua a Juntos por el Cambio. Hubo una serie de conversaciones internas y acordaron bajar las discusiones públicas. Por ahora. Mauricio Macri y Gerardo Morales dejaron de pelear en público. En la última, mesa nacional se concentraron en contarle las costillas al Gobierno (y en despegarse de la situación económica). La ausencia de discusiones en público, no obstante, no quiere decir que la disputa por las candidaturas vaya a detenerse. De eso puede dar fe el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, al que le deschavaron sus asados con jueces y reuniones con sindicalistas, todo en medios de comunicación aliados. Fuego amigo, que se le dice.

Desde que renunció Martín Guzman y comenzó a consolidarse un escenario de corrida cambiaria, Juntos por el Cambio empezó a pronunciar de distintas formas una negativa: no van a ayudar en el Congreso, no va a haber un diálogo con el Gobierno (por otra parte, como aclaró Larreta, nadie los llamó) y respaldaron a los empresarios rurales para que no liquiden divisas. Una posición de obstrucción total. Para muestra, se puede ver como reaccionó la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, ante un pedido del Frente de Todos de mayor responsabilidad: «¡Gobiernen! Si no saben hacerlo, ¡acéptenlo, carajo!».

Otros dirigentes del PRO, con que revisan entre las inocentes palomitas, estuvieron recorriendo medios de comunicación difundiendo la versión de que las elecciones se iban a adelantar. En suma: hay consenso en no ayudar en nada y en empujar al actual Gobierno a que reciba todo el costo político por la situación económica. En Juntos por el Cambio, intentan que se recuerde lo menos posible su responsabilidad en la situación actual. Por eso, en el documento que sacó la mesa nacional en la semana pasaba se destacaba un párrafo: «Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y el frente que lideran son los únicos responsables de este descalabro». Qui s’excuse, s’accuse.

La tregua

De esa única coincidencia se tomaron los distintos sectores de Juntos por el Cambio para poner a un lado (por tiempo limitado) el sinfin de disputas que habían desplegado hace apenas semanas. «Tenemos que aflojar un poco con las internas porque esta crisis nos va a llevar puesto a todos», fue el resumen de lo conversado en estas últimas semanas. También, de allí, la necesidad de separarse todo lo posible del Gobierno.

Entre las cuestiones que intentaron dejar atrás están la pelea entre Macri y Morales, donde este último acusó al primero de querer romper Juntos por el Cambio para irse con Javier Milei y Macri lo trató de irresponsable, también las agarradas entre Larreta y Bullrich por el proyecto del jefe de Gobierno de hacer un casting de ciudadanos comunes para sumar a las listas del PRO capital. Todo esto parece, momentaneamente, haber quedado en el pasado ante la situación actual, y la posibilidad de que le entren las balas al Gobierno.

Hay que decirlo: otro factor que rebajó las tensiones en Juntos por el Cambio fue la caída en las encuestas de Milei. Si el dirigente de ultraderecha se desinfla, ya no hay tantas ganas de Macri de sumarlo (hace poco, Milei dijo que a Macri «le daría un puesto» en su gobierno), ni tampoco por parte de Larreta de hacer experimentos electorales para seducir a los votantes que se fueron con Milei. Tampoco la necesidad de extremar los discursos hasta la sobreactuación. Un repunte de Milei, no obstante, traerá todas estas discusiones de vuelta al PRO.

Zancadillas

No obstante, la tregua aparente, que se muestra en la ausencia de declaraciones de Morales o de Elisa Carrió haciendo picadillo a otro dirigente del mismo espacio, no es sinónimo de que la competencia haya desaparecido. De hecho, Larreta recibió un golpe en sus medios aliados (pero algunos de ellos, más cercanos a Macri) cuando le deschavaron varias de las reuniones que vienen teniendo, con lujos y detalles.

No son encuentros que el larretismo niegue, pero tampoco que tuviera necesidad de ir comentando. Así, salió publicado que Larreta comparte asados con los jueces federales Ariel Lijo, Julián Ercolini, Marcelo Martínez de Giorgi, Mariano Llorens, Pablo Bertuzzi, Carlos Mahiques y Diego Barroetabeña, además de con otros magistrados del fuero contenciosos administrativo y del laboral. Los encuentros fueron organizados por el jefe de los fiscales porteños, Juan Mahiques.  En el Gobierno porteño intentaron presentar como «encuentros institucionales» lo que eran reuniones entre sociales y políticas.

Lo que no se animaron a explicar es de dónde vino la información que, claramente, Larreta prefería mantener en reserva. ¿Será una suerte de pre-carpetazo, de camino a la verdadera disputa interna de 2023?

La segunda información que desplegaron habla de los encuentros de Larreta con sindicalistas, algo que desagrada a los halcones. En ese caso, se mencionaron encuentros con sindicalistas como Héctor Daer, Gerardo Martínez, Armando Cavallieri, José Luis Lingeri y Andrés Rodríguez. Tanto Mauricio Macri como Patricia Bullrich imaginan una reforma laboral que cortaría con muchos de los derechos actuales para los trabajadores y trabajadoras y leyeron las reuniones de Larreta como un intento de venderse como la versión moderada del PRO ante los sindicalistas. Tal vez por eso esos encuentros marcharon directo a las páginas de un diario.

No obstante, Larreta había dicho que pensaba en eliminar la indemnización por despido y lo hizo en plena campaña de 2017. Bullrich piensa en separar los derechos adquiridos de las nuevas contrataciones, por lo que -en los hechos- tan lejos no están. Y Macri ya mostró su versión de una reforma laboral en 2017: amnistía para patrones con trabajadores no registrados, fondo de cese que reemplazaría a la indemnización, y reducción del cálculo por indemnizaciones, entre otras ideas.

Las zancadillas entre eventuales adversarios internos de 2023 no son tan notorias como hace algunas semanas, pero que las hay, las hay. Y la tregua pública continúa. Aunque, como admitían en el entorno de una de las precandidatas, «la verdad, no sabemos cuánto va a durar».

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