Mientras el mundo afronta una crisis energética cuyas implicancias van desde la guerra en Ucrania hasta el calentamiento global, en la Argentina la problemática de la energía se vuelve especialmente tangible, coyuntural y concreta, tras los anuncios del Ministerio de Economía sobre los subsidios a servicios públicos como el gas y la electricidad.

En ese contexto, mientras crece el debate político y estratégico sobre la generación de energía y las segmentaciones de subsidios, el uso inteligente de los recursos energéticos puede hacer la diferencia para usuarios y usuarias residenciales.

El 40% del consumo energético en la Argentina es residencial y dentro de él, el 60% corresponde a climatización, con equipos de aire acondicionado y calefacción”, destaca Diego Simondi, director de BGH Eco Smart, la unidad de negocios del Grupo BGH especializada en eficiencia energética y smart building, es decir, la construcción y equipamiento de viviendas contemplando el ahorro de energía y agua.

En diálogo con Página12, Simondi brindó detalles sobre la temática.

– ¿Cuánto podría ahorrarse el país en términos energéticos si se orientara la matriz de consumo en los hogares argentinos según criterios de ahorro de energía?

– Argentina podría lograr un ahorro de alrededor de US$2.000 millones por año en energía, un monto equivalente a aproximadamente el 15% de lo que demandarán en todo 2022 los subsidios al sector, si se llevaran a cabo inversiones para reconvertir parte de la matriz de consumo residencial.

Para eso es muy importante tomar políticas de Estado y decisiones empresariales en materia de eficiencia energética. Pero también es indispensable cambiar hábitos en el ámbito residencial, en nuestras casas. Porque las políticas de eficiencia energética enfocadas en el consumo de los hogares pueden atenuar el impacto en las tarifas de servicios públicos.

-¿Cómo se distribuye el consumo energético en una vivienda familiar? ¿Cuál es el peso real de los acondicionadores de aire en el consumo?

– La Secretaría de Energía, en base a relevamientos de Enargas y Cammesa, confirma que el 35% del total del consumo de energía familiar –o sea, gas y electricidad sumados– es por calefacción.

Además, un 18% corresponde a cocción de alimentos y un 17%, a contar con agua caliente. En el caso de la calefacción, en la actualidad, el parque de equipos de aires acondicionados frío/calor residenciales se estima en 14 millones de unidades. Al menos la mitad de esos equipos son de la llamada “clase D”, una tecnología obsoleta y muy poco eficiente, que hoy por hoy ya dejó de comercializarse.

Si se reemplazaran todos los equipos “clase D” de la Argentina por los de “clase A”, se podrían lograr ahorros de hasta 2 mil millones de dólares por año. Para esto se requeriría de una inversión, por única vez, de 4 mil millones de dólares, con los que se podría renovar la mitad del parque actual de aires acondicionados.

-Esta problemática no es sólo argentina. ¿Qué antecedentes existen, cuál es la experiencia en otros países?

– En países de la Unión Europea y en los Estados Unidos, desde mediados de la década del ’80 se vienen llevando a cabo políticas de eficiencia energética y de desacople de su consumo energético de la actividad económica en general.

Mientras que en esos países se consiguió desacoplar la evolución del producto bruto y la del consumo energético, en la Argentina todavía hay una correspondencia entre crecimiento económico y demanda energética. Sin embargo, en nuestro país tenemos una ventaja impresionante, no sólo frente a la Unión Europea sino también en comparación con otros países de la región, porque somos generadores de energía.

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