Un sector de Juntos por el Cambio, en abierta competencia por mostrarse radicalizado, está a cinco minutos de pedirle a Cristina Fernández de Kirchner que pida disculpas por el atentado. Parece una exageración, pero no está muy lejos. La presidenta del PRO, Patricia Bullrich –única en no repudiar el ataque– dijo que sobre el diálogo propuesto por el oficialismo: «Tenemos muy claro que estaban esperando a ver si llegaba alguien a la misa politizada de Luján. Wado sabe perfectamente la posición que yo tengo respecto a lo que significa dialogar con alguien que te está acusando. Primero pidan perdón”. En relación a la misa en Luján contra la violencia política y por la paz (a la que ningún opositor concurrió), el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta no quiso quedarse atrás: «Haber politizado una misa es un extremo». En líneas generales, ningún sector del PRO parece interesado en tender un puente con el Gobierno. Al contrario, hay una competencia por ver quién lo dinamita más rápido.

En la negativa cerrada del PRO confluyen dos factores. El primero es la consulta permanente de encuestas que los lleva a pensar que su electorado no ve con buenos ojos y hasta castigaría un acercamiento al Gobierno, aún en la situación extrema de un intento de asesinato a la vicepresidenta. La segunda, ya más propia del espacio político, es una lógica endogámica donde si algún dirigente opositor da el primer paso, siempre hay otro dispuesto a atacarlo por eso. En esa lógica, todos están mirando como se posiciona el otro, lo que explica en parte la competencia entre Bullrich y Larreta por cuestionar al Gobierno y rechazar la invitación.

«Que pidan perdón»

Bullrich no solo nunca se disculpó por no haber repudiado el atentado, y argumenta en favor de lo que hizo, sino que también salió a exigirle al Gobierno disculpas por haber advertido que existe un lazo entre los discursos de odio y lo que ocurrió. «Cuando se ven encerrados en su propio discurso comienzan con un llamado al diálogo que todos sabemos que es un diálogo con alguien que por un lado te dice ‘quiero dialogar con vos’ y por otro lado te dice ‘quiero decirte que sos el instigador de haber gatillado esa bala que por suerte no salió’. Primero que pidan perdón«, lanzó Bullrich en declaraciones radiales.

No obstante, además de exigir que se disculpen con ella, la presidenta del PRO volvió a justificar no repudiar el atentado: «Como los conozco, me imaginé que iban a hacer uso político de esta situación. Y cuando escuché al Presidente, sentí que su discurso era de una enorme bajeza, partidizado y radicalizado: en vez de llamar a todos los argentinos, le puso el arma a la prensa, a la oposición y a la Justicia; es decir, el arma había sido disparada por la República«, afirmó Bullrich, en una interpretación de que los tres poderes de la república son la prensa, la oposición y el Poder Judicial.

«Creo que era evidente que esto iba a pasar y que yo actué con la prudencia de no entrar en el juego de un oficialismo, que en vez de debatir en la arena democrática quiso aprovechar esto para decirnos a todos «no queremos más el juicio de Vialidad, como dijo Mayans, la oposición se tiene que someter a lo que nosotros decimos y la prensa se tiene que callar», afirmó para justificar su negativa a cualquier llamado al diálogo. A su vez, con la misma jugada, Bullrich trató de ingenuos a todos sus socios que sí repudiaron el atentado.

“El intento de la ley del odio, el intento del control de las redes, el intento del control de la prensa es algo inaceptable para nosotros«, enumeró la exministra de Seguridad que, curiosamente, durante su paso por el Gobierno nacional metió preso tuiteros durante su mandato por reproducir cantitos que hablaban de matar a Mauricio Macri.

Misa K

Larreta también se subió a la negativa a cualquier diálogo con el Gobierno (él ya había dicho en alguna conferencia empresaria que estaba dispuesto a dialogar con todos «menos con el kirchnerismo»). El jefe de Gobierno cuestionó la misa a la que se había invitado a distintos sectores de Juntos por el Cambio (con énfasis en el radicalismo), aunque finalmente nadie asistió. “Tomó un tono partidario y ahora es la propia Iglesia la que está cuestionándolo. Veía que un obispo pedía disculpas. Haber politizado una misa es un extremo”, afirmó Larreta.

“Yo creo que perdimos una posibilidad a partir del atentado que sufrió Cristina Kirchner, que todos repudiamos; era una oportunidad para llamar a la unidad de los argentinos y la primera noche el Presidente mostró vocación por partidizar el tema, echando culpas a la prensa, a la justicia y a la oposición”, dijo y le echó la culpa al Presidente. Esto le sirvió para excusarse de asistir a convocatorias posteriores que le hizo el Gobierno nacional.

Lo cierto es que hoy no hay demasiados sectores de Juntos por el Cambio interesados en responder a la convocatoria del Gobierno. Prefieren seguir con sus actividades de campaña: de hecho, Larreta estuvo con intendentes y dirigentes bonaerenses en un encuentro en Tres de Febrero que se titula «Preparándonos para gobernar», mientras que Bullrich hará lo propio con sus equipos en Olivos. La interna se come todo y no deja sitio para nada más.

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