Los empresarios expresaron su preocupación por los efectos de la tercera ola de Covid-19, que está provocando mermas en las plantillas de empleados, tanto por los contagios como por los aislamientos de contactos estrechos. También se suma el conflicto con aquellos trabajadores que no quieren vacunarse, un dolor de cabeza para los empleadores.
El ausentismo de los trabajadores por contagios y aislamientos de contactos estrechos promedia el 30% en todo el país. La falta de personal está generando un efecto negativo en la reactivación económica, por lo que hay recurrentes suspensiones, que impactan en la productividad y la prestación de servicios.
Según cálculos de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), el ausentismo llega hasta el 35% en algunas provincias. Las estimaciones indican que alrededor del 60% de los trabajadores que no acuden a cumplir sus tareas son contactos estrechos, producto del avance de la tercera ola de coronavirus.
Los empresarios exigen que el Gobierno tome cartas en el asunto, con acciones que ayuden a mitigar estos efectos. Las últimas medidas del Ministerio de Salud, con cambios en los protocolos por aislamiento, son un intento de respuesta.
Desde la Unión Industrial Argentina (UIA) celebraron esta decisión, que permite el regreso temprano del empleado a su lugar de trabajo. Al mismo tiempo, si bien advierten el problema del ausentismo laboral, estiman que el porcentaje es menor.
En los últimos días, desde la UIA manifestaron que ese ausentismo, a nivel país, apenas superaba el 7%, de acuerdo a un relevamiento de empresas del sector.
Para la Federación de Comercio e Industria (FECOBA) el nivel de ausentismo laboral ronda el 20% en los comercios de la ciudad de Buenos Aires. Mientras que en el sector industrial, la merma del personal es mayor, con un 27% de bajas.
Sin embargo, tanto a comerciantes como industriales les preocupa el tema de los costos. En un contexto de recuperación, con apertura de actividades que vienen mostrando franco ascenso en los números, la temporada de verano se presenta como una gran oportunidad que no quieren dejar pasar.
Desde las cámaras empresarias rechazan la idea de cierres o cortes programados, con el sabor amargo de la experiencia 2020-2021, donde las restricciones más duras obligaron a que se paralice la actividad.
Las últimas medidas del Ministerio de Salud permiten saltearse el aislamiento preventivo a quienes fueron contacto estrecho de un caso positivo y no presenten síntomas. Además deben contar al menos dos vacunas aplicadas para cumplir esa pauta.
La dinámica de la tercera ola muestra, hasta ahora, que hay mucho más contagios que fallecidos. Al mismo tiempo, ese alto nivel de contagiosidad se traduce en aumentos de aislamientos por contactos estrechos.
Esto obliga a muchos comercios e industrias a tener una caída en su productividad, e incluso, cerrar temporalmente. A este escenario se suman las vacaciones, que venían atrasadas del último año, donde quedó todo congelado.
En el hilado fino, el problema central lo tienen aquellas actividades donde es necesaria la presencialidad del empleado. Las industrias son mayoritariamente las más afectadas en ese sentido.
Desde FECOBA sostienen que cerrar locales e industrias no es lo mismo que en 2020, cuando los empresarios y las pymes eran asistidas desde el Estado con ayudas para el pago de salarios y facilidades crediticias, entre otras medidas.
En este marco de la tercera ola, impulsada por Ómicron, la situación de cierres y “persianas bajas” de comercios e industrias, podría ser más difícil de recuperar respecto a la de 2020.
El nivel de ausentismo local recrea, en buena medida, el escenario de restricciones más duras de principio de la pandemia. Si continúa, muchos comercios deberán cerrar al no poder generar ingresos por la falta de personal en los lugares de trabajo.