Las estudiantes en Irán se sumaron al movimiento de protestas por la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, ocurrida hace dos semanas por no llevar velo, y que desde entonces ha puesto en jaque al poder conservador de la República Islámica.

El movimiento, el mayor contra el gobierno desde la Revolución Verde de 2009, comenzó con reclamos contra la policía de la moralidad -la encargada de hacer respetar las rigurosas leyes islámicas- e incorporó, con el correr de los días y la brutal represión, demandas por la libertad y los derechos de la mujer.

En los últimos dos días, las alumnas de los centros superiores de educación en todo Irán protagonizaron abiertos desafíos al poder conservador con protestas que incluyeron quitarse el velo, proclamas con el ayatolá Alí Jameneí y hostigamiento a funcionarios públicos que fueron enviados a los colegios a explicar la versión oficial de la muerte de Mahsa Amini.

La revuelta estudiantil, censurada en los medios de comunicación iraníes, fue replicada en las redes sociales donde circuló, por ejemplo, un video de alumnas arrojando botellas de agua y gritando a un funcionario de educación, obligándolo a abandonar una escuela en Teherán.

Otras imágenes muestran a decenas de alumnas sin velo bloquear una calle en Shiraz al grito de «Muerte al dictador», en referencia al guía supremo, Ali Jamenei, y a otras en el interior de un aula haciendo fuck you a un retrato del ayatolá y del líder de la Revolución Islámica, Ruhollah Jomeini.

Otras manifestaciones de alumnas que desafiaron la ley quitándose el velo obligatorio en público desde la revolución islámica de 1979 se produjeron entre en Saqez, Sanandaj y Karaj, y en la capital, Teherán.

La organización Iran Human Rights (IHR), con sede en Noruega, afirma que más de 90 personas han muerto en la represión, entre ellas siete mujeres, mientras que Amnistía Internacional (AI) dijo haber confirmado 52 nombres de fallecidos, entre ellos cinco mujeres, una niña y cinco niños.

Las mujeres que murieron no tenían experiencia previa en el activismo político y, según sus familiares, salieron a la calle por un movimiento que creían que ofrecía un atisbo de esperanza.

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