El ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitri Kuleba, afirmó que «ya se iniciaron los preparativos técnicos» para desconectar a Rusia del sistema financiero Swift, considerada la sanción económica más dura contra el Kremlin. Mientras algunos países europeos temen las consecuencias que esto genere en el suministro de gas.

La Society for World Interbank Financial Telecommunication, más conocida por sus siglas SWIFT, es una cooperativa de sociedades financieras, fundamentalmente bancos, que permite hacer transacciones internacionales.

«La decisión oficial aún no ha sido emitida, pero ya comenzaron los preparativos técnicos para implementar esta sanción», comunicó el funcionario por Facebook y agradeció a la diáspora ucraniana «por la presión a los gobiernos» para respaldar la acción.

Si las entidades financieras de Rusia quedaran fuera del sistema, la operativa de su banca se vería seriamente complicada porque no podrían hacer ni cobros ni pagos internacionales con el resto de entidades que utilizan este sistema.

A todos los efectos se produciría un bloqueo de las transferencias bancarias con el país, lo que tendría a su vez efectos colaterales, ya que cualquier empresa extranjera que necesite hacer pagos en Rusia no tendría opciones de hacerlo por esta vía.

Varios países europeos, entre ellos Italia, Alemania, Austria y Hungría, expresaron reservas, temiendo el impacto de una decisión de ese tipo sobre los suministros de gas ruso, pero frente a los cuestionamientos ante la continuidad del conflicto que llegó a las calles de Kiev, fueron cambiando sus posturas.

Italia y Chipre, otra nación de la Unión Europea (UE) en principio reticente, confirmaron que no bloquearán la decisión de expulsar a Rusia del sistema Swift. Así lo informó el propio presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, uno de los promotores de esta sanción, tras conversar con el primer ministro de Italia, Mario Draghi.

Hungría, por su parte, directamente calificó de «noticia falsa» su oposición a esta sanción contra Rusia, tal como indicaron varios medios internacionales.

El ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, dijo en Facebook que esos medios «mienten» cuando dicen que «Hungría está bloqueando algunas de las sanciones contra Rusia, por ejemplo, en relación con el sistema Swift». «Seamos claros: ¡No es cierto! Nunca nos hemos opuesto, ni bloqueado, a ninguna propuesta de sanción», dijo el Ministro, un hombre cercano al primer ministro, el ultranacionalista Viktor Orban.

Alemania, país muy dependiente del gas ruso para su industria y que acaba de frenar la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2, fue uno de los principales opositores a esta sanción, aunque luego indicó estaba abierto a la idea de avanzar en esta dirección.

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, tiene previsto conversar en Berlín con el canciller de Alemania, Olaf Scholz, para presionar sobre el Swift. El portavoz del gobierno polaco, Piotr Muller, afirmó en declaraciones a la agencia de noticias Bloomberg que «en las últimas 24 horas ha habido un giro en las actitudes de varios gobiernos que antes eran escépticos».

En la misma línea, Karl Nehammer, el jefe del Gobierno austriaco (país que compra del 70 al 80% de su gas a Moscú) pasó de oponerse a la medida a pedir «una exclusión de Rusia de Swift».

La expulsión de este sistema financiero se utilizó como herramienta de castigo solamente en una ocasión, en 2012, a través de una directiva de la UE que permitió apartar a Irán como represalia por el desarrollo de su programa nuclear.

Además de las finanzas, las sanciones por la invasión a Ucrania comenzaron a hacerse visibles en otras áreas. En el mar, las fuerzas navales francesas interceptaron en el Canal de la Mancha un barco de bandera rusa con un cargamento de autos que se dirigía a San Petersburgo, y que pertenecería a una de las compañías castigadas por la UE, indicaron las autoridades de Francia. En el aire, las sanciones tuvieron un ida y vuelta.

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